Gloria Serrano
Fotografía: Rodrigo Díaz
La Jornada Maya

Baca
24 de junio, 2015

Un diálogo a varias voces, acentuado por la fusión de saberes milenarios, fue el punto de origen, el gong inaugural del 1er Festival del Loto. Este evento, realizado del 19 al 21 de junio en la Hacienda San José, en el municipio de Baca en Yucatán, constituyó un auténtico recorrido sensorial en el que una planta acuática fue el principal guía de los asistentes para adentrarse al misticismo y las enseñanzas que encierra aquel mundo por donde se levanta el sol. La flor de loto como símbolo de un homenaje a la vida que no requiere de una extensa justificación. La flor de loto floreciendo en agua lodosa como una metáfora, un desplazamiento estético, expresión fiel de la espiritualidad que puede alcanzar el ser humano y, en última instancia, la flor de loto como una constelación de lecturas, infinita y abierta.

Con la participación especial de la Embajada de Tailandia y de la Embajada de la República Socialista de Vietnam en México, la Fundación para el Bienestar Natural, A.C. (Fundebien), institución sin fines de lucro que desde hace 9 años brinda terapia a enfermos de cáncer, organizó este festival para recaudar fondos y continuar con su trabajo enfocado en atender la causa del padecimiento más que sus consecuencias, esto con base en los conocimientos extraídos de los estudios en el área de la medicina y la biología que realizó el científico ruso Georges Lakhovsky, a principios del siglo XX. El tratamiento que ofrece se complementa con la práctica del Chi Kung, técnica curativa de origen oriental, así como asesoría nutricional y psicológica. El Dr. en Ciencias y Especialista en Biología Molecular, David Chamorro, es quien se encarga de documentar y registrar todo el proceso.

Laurent Chabres, sobreviviente de cáncer y un hombre que ha incorporado a su cotidianidad la filosofía budista, fue el gran anfitrión de este encuentro que reunió, por primera ocasión en la península, a un amplio sector de la comunidad yucateca. Alrededor de 1500 personas que, como el loto, se encuentran en la búsqueda constante de esa luz que ilumina y hace más cálido el camino. “Antes me decían El brujo de Baca, pero no hay nada de eso. Lo mío sencillamente fue un atrevimiento. Me atreví a dar la espalda a todo lo que me causaba malestar e insatisfacción, me atreví a bajar el switch y a darme la importancia que merezco”, comenta Laurent en entrevista exclusiva para La Jornada Maya. Un asunto nada fácil. Tratando de evitar la locura que produce el no encontrarse, este entusiasta de lo improbable realizó una proeza personal: se entrometió, hurgó en sus adentros para primero reconocerse y, luego, aceptarse. Por contradictorio que parezca, el dolor físico le proveyó sanación emocional. De esta forma aprendió rotundas lecciones que hoy se traducen en singulares aforismos que gustoso comparte:

“El conocimiento es distinto de la sabiduría. El primero se aprende, lo segundo se descubre”.
“Podemos diferir en el pensar, pero siempre habremos de coincidir en el sentir”.
“Para acercarte a lo esencial, primero es necesario alejarte de lo superficial”.

Laurent siente con intensidad cada palabra que pronuncia ya que, en su conjunto, constituyen ese cúmulo de reflexiones que pueblan su mente y recorren milimétricamente su piel, en especial cada vez que recibe a los más de 4 mil pacientes, pedazos de realidad que han llegado hasta la Hacienda San José, en espera de encontrar no el remedio para el temible cáncer, sino para la peor dolencia hoy en día a la alza, ese estremecedor desasosiego de quienes deseamos una existencia sin contratiempos. Por eso insiste, enfático: “Los sanos son los enfermos. Estamos inmersos en una cultura de la prevención, nos aterra lo que pueda suceder, pero en realidad no sabemos nada”.

30 años viviendo en México y 16 despertando con el incesante golpeteo de los pájaros carpinteros con los que comparte este paraíso en el sureste mexicano. Hijo de padre católico y madre protestante. Vehemente empresario dedicado a la comercialización del limón persa, un filántropo que abrió las puertas de su hogar a la gente que tiene cerca y las de su corazón al mundo entero. Nació en el país africano de Argelia, se creció física y emocionalmente en un país europeo, Francia; actualmente vive en el continente de las venas abiertas, América, y toda su potente energía la obtiene de la sabiduría que reside en Oriente. Este es Laurent Chabres, el tozudo guerrero de quien surgió la idea de llevar a cabo esta ecléctica gala que combinó tradiciones budistas, mayas y católicas, que tomaron la forma de música, danza, yoga, espectáculos, meditación, ceremonias y rituales, venta de artesanías y plantas, talleres gráficos interactivos y del peculiar sabor de la gastronomía tailandesa que los reunidos degustaron en el restaurante “La Casa de los Lotos”.

La Inauguración del festival contó con la presencia del Excmo. Arzobispo de Yucatán, Emilio Carlos Berlie Belauzarán, de los Embajadores de Tailandia H.E. Surasak Chuasukonthip y de Vietnam H.E. Le Linh Lan, así como del alcalde de Baca, Sr. Renán Ceballos. El programa, por demás innovador, incluyó diversas actividades familiares, entre ellas, la presentación de Danza Thai con el grupo de baile de la Embajada de Tailandia en México; el espectáculo de Chi Kung a cargo de “Flor de Loto”, grupo de la Fundación para el Bienestar Natural, A.C. (Fundebien); la macro-clase de Chi Kung impartida por el profesor Alfredo Fernández V.; una sesión de "Meditación del cuerpo de luz" dirigida por el Centro Budista Kadampa Compasión; la presentación de TenChi Tessen “El Pulso”, por Paula Chambel, Miguel y Graça Raposo y Lut Caenen; los “Armónicos Tonales: Paisajes Sonoros Ancestrales” del oaxaqueño especialista en sonoterapia, Sergio Layd, y meditación sufí bajo la dirección de Faouzi Skali.

El sábado 20 se realizó la Ceremonia de Bendición budista y la Ceremonia de ofrenda de comida, ambas por parte de los monjes budistas de Wat Thammapathip. También se ofrecieron tres sesiones de meditación: “Meditación de la Flor de Loto”, dirigida por Susana Rodríguez Ornelas de Villa Serena; “Meditación en la claridad de la mente” y “Meditación en la aceptación paciente”, ambas dirigidas por el Centro Budista Kadampa Compasión. La maestra Susana Rodríguez Ornelas impartió, además, la conferencia “La Atención Plena” (Mindfulness) y la maestra Claudia Guerrero C., la conferencia “Enraizarse en la Tierra, Yoga para la Estabilidad”. Este día también se presentó TenChi Tessen: "Kata Tessen", por P. Chambel, M., G. Raposo y L. Caenen. De igual forma, el público asistente participó en los talleres “El cuerpo humano un jardín de lotos” de Bharatanatyam (danza y teatro del sur de la India), impartido por Manochhaya y “Cultura de Paz es vivir como una Flor de Loto”, impartido por el equipo de Casa Dilaram - Brahma Kumaris. La parte musical estuvo a cargo de “Monamiu” flamenco fusión y, de nueva cuenta, de “Armónicos Tonales: Paisajes Sonoros Ancestrales”.

Para el cierre del Festival se incluyeron atractivas presentaciones como la Conferencia “El loto y su simbolismo”, impartida por Laurent Chabres, la Ceremonia Maya realizada por Juan Noh y dos talleres más, uno impartido por el Centro Budista Kadampa Compasión y otro a cargo de Bharatanatyam, impartido por Manochhaya. El padre Gilberto Castellanos Garzón, de la comunidad de Monjes Adoradores Perpetuos del Santísimo Sacramento, fue quien ofició la misa de Acción de Gracias. Durante la clausura se organizó una Súper Rifa que estuvo amenizada con la festiva música del grupo de salsa “La Siembra” y que contó con la inesperada llegada del músico y cantante mexicano Rubén Albarrán, integrante de la banda de rock alternativo Café Tacuba, quien se encontraba de paso por estas tierras.

Esto fue el 1er Festival del Loto: tres días en que los niños disfrutaron de los amplios jardines rodeados de bambúes e iguanas y, en compañía de sus padres, aprendieron a hacer nudos chinos y variadas figuras de papel por medio de la técnica del origami (“ori”, doblar y “gami”, papel) también conocida como papiroflexia, arte de origen japonés. Una muestra del regocijo que produce convocar, en el mejor de los ambientes, a la tercera persona del plural, el vulnerable y frágil nosotros. Un espacio compartido para maravillarse con la belleza natural y reconocer lo que hay de hermoso en el aprendizaje que emana del sufrimiento. Un tiempo para habitar una casa sin techo y sin cerradura, que se llama el ser. En suma, se trató de una sutil revelación, un breve momento en que la flor de loto abrió su capullo para mostrar la pureza espiritual que reside en su interior, dejándola -para deleite de todos- expuesta y a la intemperie.


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