Paul Antoine Matos
Fotos: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Lunes 17 de octubre, 2016
La Sidra Pino y el olor de la sidra Negra, la Cervecería Yucateca con su Montejo y su León negra, la feria, los cines, la lavandería de don Agustín Chong. Son paisajes del Barrio de Santiago, de una época que no existe más, sustituida por la modernidad. Pero aún está presente en los recuerdos de quienes vivieron, crecieron o visitaron el barrio. santiagueros de corazón, les llaman.
Uno de ellos, acaso una reencarnación del obispo Fray Luis de Piña y Mazo quien, al morir en 1795, pidió que su corazón fuera enterrado en la iglesia de Santiago, es Felipe Escalante Ceballos, Pilo. Es el autor de [i]Alegría y nostalgia[/i], semblanza de mi barrio, o popularmente conocido como “el libro de Santiago”. El viernes, en la Secretaría de Educación se presentó la segunda edición, porque la primera se agotó como si fuera pan de la extinta Flor de Santiago.
Para el político y académico Raúl Vela Sosa, Pilo es como el “García Márquez yucateco, porque en su expresión legítima Santiago es su Macondo”. En su libro permite mostrar las “tradiciones que la modernidad transformó, tiempos que no volverán”.
Entre los vecinos se menciona que “si no fuiste mencionado en el libro de Pilo, no eres Santiaguero de corazón”, la verdad es que la familia Escalante no ha emitido un certificado, aclaró el hijo de Pilo, Andrés Escalante Tió. Resaltó que los libros se “gastaron”, incluso se supo de una edición que se vendía en el mercado negro.
El otro hijo, Felipe Escalante Tió, habló sobre cómo [i]Alegría y nostalgia[/i] es considerado por los santiagueros como “casi un texto sagrado”, del que se habla en periódicos, programas de radio y televisión.
“Es un libro de culto para Yucatán, un [i]best seller[/i]”, afirmó. Consideró que la segunda edición era necesaria, porque la primera tuvo un impacto real en la sociedad yucateca, que reconoce y abraza al barrio, porque ser de “barrio en Mérida es motivo de orgullo”.
Tal vez las carpas de los Herrera dejaron una profunda huella en Felipe y Andrés, quienes hicieron una representación de don Vito Corleone, pero con don Pilo Escalante. En el mercado de Santiago le ofrecían Mango de Hunucmá, huesos para el Chocolomo y tocineta carnuda.
“La nieta me dice ‘papá, vamos a Helados Pilito’, no hija, no digas eso que van a creer que tu abuelo es accionista”, expresó el joven Felipe en la representación teatral. “Te queremos mucho papá”, concluyeron, ambos.
Finalmente, Pilo bromeó sobre el precio de la primera edición, en gran parte porque la segunda se corrigió y aumentó. “Creció en la misma proporción que el dólar”.
El libro es un relato testimonial, aunque su mejor obra son sus dos hijos, el joven Felipe y Andrés. En [i]Alegría y nostalgia[/i], “tuvo una decidida participación mi esposa Irma”, a quien le agradeció.
Al final, hubo helados Polito de guayaba y conversaciones, evocando el Barrio de Santiago.
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