Paul Antoine Matos
Fotos: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 11 de mayo, 2016

Lejos de los grandes desarrollos inmobiliarios y las plazas comerciales con productos de alto lujo, importados de Estados Unidos y Europa, se encuentra el sur de Mérida. Un espacio en el que los muros de los hogares están [i]graffiteados[/i], por las pandillas y la precariedad social.

En San José Tecoh, el domingo se incendiaron siete casas de láminas, en un espacio que ocuparon 40 familias que, ante la complicada situación económica, decidieron vivir ahí.

En Mérida, según ha dicho el alcalde Mauricio Vila Dosal, existen alrededor de 40 mil casas en abandono. En 2015, se construyeron dos mil 500 hogares, de acuerdo con el portal inmobiliario Lamudi. En San José Tecoh, 40 familias viven en las que podrían considerarse chozas de materiales endebles y riesgosos.

Un lugar contrastante con las grandes casas del norte de la ciudad. Las casonas del Centro Histórico o, incluso, las casas de clase media de los desarrollos en Las Américas, Ciudad Caucel, o las de interés social, en el sur de Mérida.

En el terreno de esos hogares construidos con láminas y maderas, en donde pernoctaban hasta hace unos días, ahora sólo se observa la tierra y el suelo ennegrecido por el fuego que los arrasó.

Ana Laura Meseta Dzab, de 42 años, es una de las personas que perdió su hogar. Como los 150 hombres, mujeres y niños, aproximadamente, que viven en ese terreno abandonado al lado del parque San José Tecoh, en la calle 157, por 56 de esa colonia. Hace un año y medio que se asentó en el lugar.

Su llegada se debe a la necesidad de contar con un espacio para vivir, accesible, ya que antes rentaba una casa con un cobro mensual de 600 pesos. Imposible pagar tal cantidad con el sueldo de ayudante de herrero de su esposo, alrededor de mil pesos al mes. Ella vive con su pareja y una niña de 10 años, al lado de su hija mayor, quien tiene un bebé de algunos meses.

Su situación se replica en las otras seis familias que perdieron su hogar. Marian Herrera Miam llegó también hace un año y medio con los demás paracaidistas. Antes vivían con su suegra, en la colonia Plan de Ayala. Josefat Martín, de 21 años, vivía con su padre; tiene un hijo de tres años.

Durante unos meses vivieron más cerca del periférico de Mérida, pero fueron reubicados para alejarse de los riesgos. Ahora, siguen en la misma zona, pero sólo se escuchan los tráilers y los automóviles romper el viento a más de 100 kilómetros de hora.

[b]Infierno[/b]

El olor a quemado, posterior al incendio, se inhala en la zona donde viven 40 familias. Las casas están construidas con láminas y lonas de plástico que fueron parte de alguna campaña electoral o del ayuntamiento de Mérida; maderas, elementos que son fáciles de encenderse con el fuego.

Almacenan objetos amontonados, desde juguetes hasta botellas de cerveza y refresco. Afuera de ellas, se acumula la basura, pero también están las sartenes con las que cocinan a ras del suelo.

Marian Herrera narró que el domingo por la tarde, en una casa inició el incendio, pero al expandirse hacia un hogar vecino, con el tanque de gas abierto, arrasó las otras siete casas.

Suleymi Salazar Chan, de 20 años, afirmó que observó el humo desde la casa de su madre, por tanto se alertó al pensar que el incendio era en donde vivía. En camino hacia el parque, le llaman al celular, pero no logra contestar. En ese momento supo que su hogar se quemaba.

Tanto ellas como Florentino Góngora Balam, familiar de otros afectados por el incendio, afirmaron que perdieron absolutamente todo. Pañales y biberones para alimentar a los bebés; uniformes para ir a la escuela, libretas y libros que los niños usan para estudiar; ollas y utensilios de cocina para preparar los alimentos; las herramientas que los esposos usan para trabajar; las bicicletas en las que se transportan; y hamacas y colchones para dormir.

Después de la destrucción, se les ha ofrecido apoyo. El Instituto de Vivienda del Estado de Yucatán (IVEY) acudió ayer para reconstruir las siete casas arrasadas por el fuego. Con seis fardos de laja de cartón, una veintena de maderas para edificar, rollos de varillas y una cuadrilla de 10 empleados. Se recuperan los hogares perdidos, aunque del mismo material inflamable y peligroso.

Pero en lo que se reconstruye, algunos viven con sus familiares y vecinos, otros en la plancha de una camioneta pick-up o hasta en la banqueta.

También han recibido apoyo del DIF estatal, con dos despensas por familia. Les han regalado ropa, pero es tanta la que han recibido que consideran más urgente la reposición de los objetos de uso diario.

Suleymi Salazar solicita la intervención del gobernador. “Yo se lo pido al gobernador, que nos haga caso, que nos voltee a ver, que venga a ver como quedaron las casitas, que venga a ver todo lo que perdimos”, mencionó.
Los vecinos también han cooperado con la comida, al preparar frijol y arroz para ofrecerle a los afectados.

[b]Vivir en rezago[/b]

Suleymi comentó que llegó a San José Tecoh con su madre, cuando inició la invasión, hace un año y medio. Han limpiado el terreno de las astillas y cristales que puedan ser peligrosas. Desde eso, las 40 familias han solicitado al IVEY que inicien los trámites para que les otorgue los papeles para construir un pie de casa, que haga la zona más segura para ella y su hijo de tres años.

También piden electricidad, ya que por las noches viven a oscuras y temen que bichos o culebras les piquen. Cada día, tienen que recoger agua en cubetas para llevarla a su hogar.

En el último rincón de la ciudad de Mérida, un punto totalmente contrario a los centros de negocios, viven las familias de San José Tecoh. Pero los niños también sonríen y se divierten, sin importar las carencias o las tragedias.


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