Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

10 de febrero, 2016

¿Qué pasaría si un día el Centro Histórico de Mérida decidiera dejar atrás su tradición colonial e ingresar a la mercadotecnia del siglo XXI, con locales de marcas internacionales? ¿De convertirse en centros comerciales, cuál sería el costo, de los edificios más emblemáticos de la capital?

La inmobiliaria Nuroa publicó un estudio sobre cuánto valdrían los edificios en los cuales se asienta el poder en América Latina. El Palacio Nacional, de la ciudad de México resultó valuado en 39 millones, 755 mil, 294 dólares, con sus 40 mil metros cuadrados. Mientras tanto, el nuevo hogar del presidente argentino, Mauricio Macri, La Casa Rosada, mide 26 mil metros cuadrados y cuesta aproximadamente 55 millones de dólares.

Si lo mismo sucediera en Yucatán, y el gobierno estatal decidiera deshacerse de su recinto, para construir uno de sus magnos proyectos, como un centro de convenciones o un palacio para alojar alguna manifestación artística, el costo del terreno sería de 24 millones, 845 mil, 070 pesos; si pensamos en un precio por metro cuadrado de 14 mil 84 pesos, multiplicado por los mil 764 metros cuadrados que posee.

En este hipotético proceso de modernización del Centro Histórico, el alcalde de Mérida obviamente no se quedaría atrás, y el Palacio Municipal podría convertirse en expendio de peculiares sándwiches subterráneos. La nueva franquicia, tal vez obligaría a los regidores a portar su respectiva toque blanche y sus discusiones girarían en torno a lechugas, costillas barbeque y panes parmesanos. El costo de este prometedor negocio ascendería a cinco millones, 718 mil, 104 pesos, por sus 406 metros cuadrados. Una ganga, aunque, tras la reducción del sueldo del primer edil, por aquello de la austeridad, se complicaría la adquisición.

Lo que es propiamente la Plaza Grande –que bien podría convertirse en un estacionamiento para los coches de los visitantes de la nueva zona comercial más lujosa de Mérida– tendría un costo de 132 millones, 516 mil, 356 pesos, por sus 9 mil, 409 metros cuadrados.

Al oriente de la plaza podría situarse The Bible, la nueva discoteca de moda, lugar para los jóvenes donde otrora residiera la catedral, cuyo traspaso se habría tasado en 18 millones 971 mil 148 pesos, por mil 346 metros cuadrados.

A un lado de la nueva sacrosanta discoteca, para contrastar, el Ex Ateneo Peninsular, hoy Macay, podría convertirse en un lugar donde los jóvenes asistentes a The Bible, disfrutarían de la intimidad que la noche ofrece; para tal efecto se tendrían que pagar por el predio 14 millones, 858 mil, 620 pesos, correspondientes a sus mil 55 metros cuadrados de superficie.

Como ya es un espacio comercial, habitada por un banco, la Casa de Montejo sólo necesitaría regularizar la propiedad por un precio de cinco millones, 704 mil, 20 pesos, por sus 405 metros cuadrados.

El Teatro Peón Contreras dejará de tener conciertos de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, pero aún mantendrá su carácter musical, con eventos de talla internacional como Los Méndez, La Trakalosa de Monterrey y el favorito del público local, Luis Miguel. Para las tardías y canceladas presentaciones de El Sol, los mil 347 metros cuadrados del ex teatro costarían 11 millones, 661 mil, 552 pesos.

Otro teatro, el Armando Manzanero, se transformaría en un cine donde las últimas películas de superhéroes y personajes intergalácticos serían proyectadas, sustituyendo las puestas en escena de Ofelia Medina y Tila María Sesto. Para esto, los empresarios del entretenimiento yucateco deberán pagar 4 millones, 957 mil, 568 pesos por los 326 metros cuadrados.

Como la Iglesia de la Tercera Orden se encuentra al lado del flamante Palacio de la Música, la Secretaría de Cultura adquiriría el inmueble de mil 836 metros cuadrados, en 25 millones, 858 mil, 224 pesos, para construir un módulo de atención donde se venderían los boletos de los próximos conciertos en zonas arqueológicas, U2 live in Chichén Itzá, Justin Bieber en Tulum, con su éxito Sorry (por subirme), Metallica en Uxmal y un festival de música electrónica en Dzibichaltún, donde el drop se daría justo en el momento en que el sol pasa por la Casa de las Siete muñecas.

Por último, en pleno Paseo de Montejo, el Palacio de Cantón y sus mil 35 metros cuadrados serían un nuevo centro comercial, con las más importantes tiendas de costosísima ropa de marca –maquilada con mano de obra barata yucateca–, restaurantes de alta gama y comida fusión, así como un supermercado.

Poco a poco, el aburrido Centro Histórico de Mérida se transformaría en un innovador polo de entretenimiento y diversión, con el cual los turistas de Estados Unidos podrán sentirse como en casa –aunque más económico, por la paridad del peso frente al dólar–. Un sueño no muy lejano, convertir el primer cuadro de la ciudad en un Beverly Hills mexicano.


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