Katia Rejón
Foto: @MeridaEsCultura
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 29 de junio, 2018

Mujeres de las comisarías Yaxnic, Tzacalá, San Pedro Chimay y Tesip al sur de Mérida participaron en el proyecto “Creciendo desde adentro” liderado por la bailarina contemporánea Paula González Rencoret y apoyado por el Fondo Mérida 2017 para la Cultura y el Desarrollo, creado en el marco de la Capital Americana de la Cultura y el Instituto Municipal de la Mujer, con la intención de generar desarrollo social enfocado a la prevención de la violencia a través de técnicas y reflexiones corporales.

Las metodologías utilizadas en el proyecto fueron la danza interior y Movimientos Humanos en Peligro de Extinción, con los cuales alrededor de 70 mujeres pertenecientes a comunidades meridanas trabajaron durante cinco meses para recuperar el patrimonio intangible de los movimientos corporales.

Como parte del equipo facilitador también estuvieron los bailarines contemporáneos Diana Bayardo, Gervasio Cetto y Cecilia Hernández; las sicólogas Edwina Rauch y Yamile Dzul y la traductora Lorena Hau, entre otros especialistas en interculturalidad y desarrollo social.

“Yucatán es uno de los estados con mayor número de población indígena y mayahablantes, por lo que tener especialistas en lengua maya e interculturalidad fue una parte importante del proyecto”, comentó en entrevista la artista escénica Paula González.

En coordinación con el Instituto Municipal de la Mujer dirigido por María Herrera Páramo, trabajaron con mujeres que ya pertenecían a grupos de actividades de prevención de la violencia y derechos humanos del instituto.

“Lo primero fue presentarnos y comenzar a romper ciertas barreras. En las reflexiones de danza interior que se trataba de ejercicios introspectivos y de temas delicados como sexualidad femenina, había que trabajar la confianza pues no es fácil que las mujeres se abran a esos temas con un hombre presente en el equipo”, agregó.

En la primera etapa hablaron sobre temas como la historia de las mujeres y la herencia a través de la danza interior y el viaje sensorial para despertar los sentidos y la memoria. En la segunda etapa, las mujeres investigaron sobre su patrimonio cultural tangible e intangible y lo depositaron en un mapa.

“Observaron cómo es su comunidad físicamente y ubicaron el espacio geográfico y límites físicos del lugar, así como los sitios importantes de cada uno. Pero también marcaron movimientos relacionados con actividades cotidianas o tradicionales que están desapareciendo para darle luz a los movimientos que surgen de esos cuerpos específicos que son parte de su identidad y darles valor”, comentó González

Las mujeres eligieron su movimiento favorito del día, cuando “su cuerpo se pone contento”. Muchas eligieron acciones cotidianas como regar, sacar agua del pozo, darle de comer a los animales o barrer, y lo situaron en el mapa.

Con esos movimientos realizaron una coreografía (un tejido de hamaca, como fue la traducción para las mujeres) y se mostraron unas a las otras los pasos. “La idea era ‘te voy a bailar lo que soy’, enseñaban el movimiento para hacer tortillas, aunque las otras lo hicieran diferente. Eso mostraba que todas venimos a aprender y dar algo a las demás”, explicó.

Entre los retos que encontraron para desarrollar el programa, Paula González destacó el hecho de trabajar con personas que son muy vulnerables a su entorno, pues cualquier cosa podía hacer que no llegaran a la clase. El idioma también fue una parte difícil pues había palabras que no tenían traducción exacta o la dificultad de hablar de órganos sexuales femeninos desde el maya.

Mencionó el hecho de que las comunidades estén acostumbradas a programas asistencialistas que otorguen becas para que asistan, y que provoca que los participantes sean poco críticos con las actividades.

“En algunos sitios está normalizado que el lugar de las mujeres es en la casa y para muchos ir a este programa era perder el tiempo. Las mujeres se enfrentaban con críticas de parte de su comunidad pues las catalogan como mujeres golpeadas o flojas que deberían estar en casa cuidando a los hijos”, agregó.

Sin embargo, González asegura que las 70 mujeres que terminaron el programa entendieron que estaban recibiendo algo valioso para ellas, independientemente de lo que dijeran los demás. Los cuatro grupos presentaron sus coreografías el pasado martes 19 de junio en el Centro Cultural del Sur, donde las mujeres se conocieron, convivieron y presentaron los movimientos que las identifican a través de la danza.


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