Hubert Carrera Palí
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

San Francisco de Campeche
Miércoles 09 de noviembre, 2016

Como investigador y miembro del Consejo Consultivo de la Comisión Intersecretarial de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), Yuri Peña Ramírez defiende su postura al asegurar que la prohibición de sembrar soya transgénica es un asunto de formas, donde se mezclan grandes intereses políticos y económicos. Sin embargo, reconoce abiertamente que su aprovechamiento trae consecuencias al medio ambiente, concretamente a la selva y al suelo.

Sostiene la tesis de que la contaminación del suelo no es consecuencia de la modernidad aunque, admite, la soya transgénica, por tratarse de un monocultivo, sí impacta grandes extensiones de tierra. “La presencia de los agroquímicos está desde el inicio de la misma agricultura, al emplearse para combatir todo tipo de plagas; desde zacate hasta langosta. Entonces no es de 10 años para acá que los organismos genéticamente modificados sean los responsables de ello. Por el contrario, gracias ellos se ha podido superar la hambruna, una de las visiones bíblicas catastróficas de la destrucción del planeta”, afirmó.

Consideró que el problema es que en México contrasta este modelo de producción con otros países como Estados Unidos, Brasil o Argentina, en donde se siembra soya transgénica a gran escala, aunque en México también se hace en entidades como Tamaulipas y San Luis Potosí. Sin embargo, el aprovechamiento en Campeche es mínimo, ni el cinco por ciento de lo que se siembra.

Observó que el problema no es contra los transgénicos, pues la tecnología no tiene la culpa. Se trata de un problema forma, de cómo se aprovecha, de lo que se emplea y hace para su aprovechamiento devastando montes y contaminando el suelo.

Sin embargo, frente a los problemas ambientales y el calentamiento global se preguntó si el hecho de suspender la siembra de soya en Campeche va a impedir o frenar este problema, ya que en países como Brasil prácticamente se ha acabado toda la selva amazónica.

Subrayó que gran parte de los productos que forman parte de la dieta regular están compuestos por transgénicos que se consumen sin decir absolutamente nada, pero en Campeche sólo por el aprovechamiento de una mínima superficie de soya modificada se hacen acusaciones sin ninguna base científica.

Estableció que no existen indicios reales de que la polinización del transgénico sea causa o motivo por el cual la exportación de miel esté yendo a la baja, pues que no existen registros oficiales de ello, como tampoco de que el polen esté matando o desorientando a las abejas.

De igual manera, subrayó que no existen casos documentados de cáncer a consecuencia del uso de glifosfato; sólo se trata de una campaña de desprestigio contra el transgénico en donde de por medio hay muchos intereses económicos y políticos.

Tampoco es cierto de que en cinco o siete años de aprovechamiento de soya transgénica exista grave contaminación del suelo. Este problema es mucho más añejo y se da también en la agricultura tradicional, puesto que en todo proceso de producción se requiere de químicos para matar la hierba dañina o evitar la presencia de plagas.

Reveló que durante la época boyante de la producción algodonera en México, y en particular en Campeche, se tiró cualquier cantidad de agroquímicos y ahora, al suspender la siembra de soya transgénica, lo mismo se hará con la producción de palma de aceite, cuyo aprovechamiento se está fomentando de manera importante.

El también coordinador de posgrado del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) campus Campeche, precisó que el logro de las semillas genéticamente modificadas viene a revolucionar la era de la agricultura, poniendo al servicio del mundo mayores niveles de producción que eviten el hambre, sobre todo en los países más pobres.

[b]Necesario modelo menos agresivo[/b]

Admitió, sin embargo, que es necesario adoptar un nuevo modelo productivo que sea menos agresivo ante cómo y en qué escala se viene aprovechando la soya transgénica, sobre todo para que no impacte negativamente en el medio ambiente y en la salud de la gente, tal y como se acusa.

Consideró que en Campeche se carece de información científica con relación a la siembra del transgénico, “pues no es posible cuidar la selva y dejar de comer panuchos”, ¿pues de dónde vendrá el aceite para prepararlos?”, cuestionó.

Por último reveló que las más recientes investigaciones arrojaron el surgimiento de un maíz híbrido resistente a la sequía, lo que sin duda es otro gran paso para cientos de productores que todavía dependen del temporal.


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