Familias guatemaltecas podrían obtener tierras en Champotón

Hubert Carrera Palí
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

San Francisco de Campeche
Jueves 22 de junio, 2017

El municipio de Champotón podría albergar en un futuro a 140 familias desplazadas de manera forzada de la comunidad Laguna Larga, provincia de San Andrés en Guatemala, según revelaron a La Jornada Maya fuentes oficiales del gobierno del estado.

“Si solicitan asilo en México y se les autoriza, se está viendo la posibilidad de buscarles tierras en el municipio de Champotón, pero sólo es una posibilidad lejana entre tantas”, aseguró la fuente gubernamental.

Mientras tanto, los 406 guatemaltecos provisionalmente instalados en La línea, nombre con el que han bautizado a la brecha de ocho metros que traza la frontera divisoria entre México y Guatemala, esperan ansiosos la resolución a su amparo frente al temor de que se reviva el recuerdo de un conflicto armado en los años ochenta, el cual derramó mucha sangre inocente y los hizo huir de su país para buscar refugio en Campeche.

[b]Guerrilla quedó en el pasado[/b]

Por su parte, Rokael Cardona, comisionado para el diálogo del gobierno guatemalteco asegura que la guerrilla es cosa del pasado; no obstante, no sabe qué responder al ser cuestionado del por qué cerca de tres mil miembros de la Policía Nacional y el Ejército de Guatemala irrumpieron abrupta y violentamente el pasado primero de junio la tranquilidad en Laguna Larga, destrozando y quemando todo lo que encontraron a su paso durante el desalojo.

“A la comunidad se nos tienen como narco ganaderos, traficantes y, aseguran, contamos con armas de alto poder. Si eso fuera cierto, los hubiéramos enfrentado antes de permitir que nos quemen todo”, dice Don Constantino Velázquez, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo Local de los Desplazados.

La línea estaba bordeada, por el lado mexicano, de germinantes cultivos de maíz y calabaza; del otro lado, de una espesa selva en donde la aparente calma tiene ojos de kaibiles.

Un letrero de lámina que especifica los límites territoriales de cada país se ubica a lo largo de la brecha divisoria, donde han montado sus campamentos los desplazados. Al mirarlo, llama fuertemente la atención su estructura perforada por las ráfagas de balas.

[b]Esperanza para desplazados[/b]

Unos metros hacia adelante, del otro lado de México, donde se ubica un terreno plano a manera de potrero, se escucha ensordecedor el encendido de un helicóptero; propiedad de la Fuerza Aérea Guatemalteca con matrícula 151, el cual avisa que está listo para retornar a la capital con su preciada carga.

Mientras el comisionado para el diálogo se abre paso entre los desplazados corresponsales y el lodazal que lo lleva hasta la nave, de la nada salen a relucir cualquier cantidad de celulares que atrapan el momento en que parte el funcionario guatemalteco con la promesa de regresar a La línea en ocho días con una respuesta favorable.

La partida ocupa la atención de todos los que están en La Línea, hasta de personas ajenas que aseguran pertenecen a organizaciones no gubernamentales, pero en realidad aparentan ser espías del gobierno.

Cuando aparentemente todo regresa a la normalidad, las voces de Irving Mondragón y Nakay Flote, miembros de Diversidad sin Fronteras, recuerdan que estos hombres y mujeres aún tienen en la mente la psicosis de la guerra.

De regreso, a paso lento, fotografiando las improvisadas chozas y a sus inquilinos, mirando de un lado y otro, y cuidando que el lodo no me haga caer, me topo sorpresivamente con dos vendedores de fritangas y dulces que juegan con el hambre de los niños, quienes descalzos van y vienen a lo largo del campamento, así como lindas jovencitas de características físicas distantes a la fisionomía de sus ancestros.

De Candelaria al Desengaño y de allí a La línea, toda una aventura. Durante el trayecto carretero quedó atrás un convoy de militares del onceavo Regimiento de Caballería de Escárcega, cuyas tres unidades tienen como destino final la comunidad Miguel Hidalgo, lugar en donde hay que hacer una parada obligada para darle detalles de nuestra presencia al retén militar que custodia la frontera mexicana.

Ya en el Desengaño se incorporan, hacia el mismo destino, integrantes de Diversidad Sin Fronteras. Luego de avanzar siete kilómetros más, inicia otra aventura al dejar atrás la cinta asfáltica para internarnos al corazón de una selva repleta de agua, lodo y desplazados, como parada final.