Una rana y una serpiente que no habían sido avistadas en la península de Yucatán entusiasmaron al grupo de biólogos que las halló en la reserva de Calakmul, Campeche. Esto, comentó uno de ellos, aviva la esperanza de que todavía queden especies que, pese a no ser nuevas, no se hayan registrado en la región y es un signo inequívoco de la biodiversidad que la enriquece.
Operation Wallacea es una organización internacional dedicada a la investigación de la biodiversidad y el cambio climático, que suele acudir a la reserva de la biósfera de Calakmul -en Campeche- durante los meses de julio y agosto, contó Pedro Nahuat Cervera.
Fue durante una de esas expediciones a la que el biólogo fue invitado a participar, en la que hallaron, al sur del sitio, a dos especies que no se habían registrado en el área: La rana chirriadora leprosa (Eleutherodactylus leprus); y la serpiente caracolera delgada (Sibon dimidiatus).
La rana chirriadora leprosa, precisó, es una especie de habita generalmente en selvas muy húmedas, por lo que no se había encontrado en la península, en donde las selvas no tienen tanto esta característica. No obstante, explicó, parece ser que en su “base” puede alcanzar niveles que permitan albergarla.
Se trata de ranas pequeñas, de poco más de una pulgada -de 3 a 4 centímetros (cm)- y su coloración tiene un fondo oscuro con un patrón reticulado en tonos verdosos y amarillentos.
Su reproducción ocurre por desarrollo directo, es decir, del huevo nace una cría por eclosión que es anatómicamente idéntica al adulto, no pasa por el estado larvario.
“Anteriormente en México se habían registrado en estados como Chiapas, Tabasco, Oaxaca y Veracruz; y lo más cerca de la península era en Guatemala, en la reserva de la biósfera Petén, a 40 kilómetros (km) de la frontera con Campeche”, acotó.
Cuando el equipo de Wallacea encontró los primeros dos ejemplares del anfibio, recordó Pedro Nahuat, se encontraban 20 km dentro de dicho estado, o sea, a 60 km de su registro más cercano, en Guatemala.
En cuanto a la serpiente caracolera delgada, el experto expuso que se alimenta, como su nombre lo indica, de caracoles y babosas. Al igual que la rana, subrayó, es un animal completamente inofensivo.
“Se caracteriza por tener una coloración blanca con tonos verdes y rojizos anaranjados. Es una especie muy bonita porque sus colores se asemejan a los de la bandera de México”.
Este reptil, prosiguió, no supera el metro de longitud, puede alcanzar 650 o 70 cm a lo mucho; y también había sido encontrada con anterioridad en el departamento de Petén: “Encontramos un solo ejemplar que estaba en un sendero a una altura de 40 a 50 cm sobre una rama”.
Enriquecen la biodiversidad
El hecho de avistar estas especies -un hecho poco usual- puede atribuirse, detalló el biólogo, a que la zona en donde se hallaron no está bien explorada: “No es que los ejemplares hayan llegado, sino que nunca se habían reportado”.
Fue entonces que la expedición derivó en su avistamiento y reconocimiento. Hay dos tipos de registros, señaló, el “natural” que consiste en que el ejemplar siempre estuvo ahí; y únicamente es ubicado por primera vez en la zona.
“O bien, los registros de especies introducidas, como el caso de una ranita que encontramos en Mérida, que no es que nunca la hayamos visto, sino que llegó por el intercambio de macetas”, sostuvo.
Para Nahuat Cervera el haber encontrado estas especies en la biósfera de Calakmul es algo sumamente positivo, pues hace que el lugar tenga todavía más impacto al albergar una mayor biodiversidad.
“Las reservas son un santuario para la biodiversidad, sobre todo para los anfibios y reptiles. Saber que hay dos especies más que están siendo protegidas es algo muy bueno”, celebró.
Además, continuó, es la esperanza para quienes estudian y están interesados en los anfibios y reptiles para pensar que todavía puede haber más especies que no se han avistado aún en la península yucateca.
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