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La Jornada Maya

Moscú, Rusia
Martes 22 de octubre, 2019

Liza Anokhina tenía 11 años cuando sus fans ya la reconocían en la calle. Ahora, con uno más, es una de las blogueras de su edad más populares de Rusia, con 2.3 millones de seguidores en Instagram.

En un parque de Moscú, la adolescente camina y saca la lengua frente a su productor, que capta cada movimiento con el teléfono móvil. Ella, alta, esbelta y muy maquillada, se parte de la risa al ver el resultado, destinado a una audiencia de entre ocho y 15 años.

"Hemos hecho las 'stories' (historias de Instagram), y ahora nos ocuparemos de TikTok", le dice el productor Ivan Bushmelev, de 25 años, refiriéndose a las redes sociales en las que está más activa y que su generación usa para comunicarse, informarse y divertirse.

Aquí la red por excelencia es Instagram. En número de usuarios, Rusia figura por detrás de Indonesia, India, Brasil y Estados Unidos a pesar de tener menos habitantes, según la compañía especializada en estadísticas Statista.

Muchos de los usuarios de esta plataforma para compartir imágenes son menores que idolatran a "influencers", y de paso los enriquecen.

Algunas de estas estrellas ni siquiera tienen edad para ir al colegio y ya cuentan con millones de visitas en los vídeos, donde aparecen desempaquetando juguetes o golosinas. Detrás del negocio están sus padres, que prefieren para sus hijos el mundo digital a una carrera de modelo o de actor.

Nastya Vlog es una niña rusa residente en Florida cuyo canal de YouTube cuenta con 35.5 millones de suscriptores. Su padre desempeña un papel central.

Los preadolescentes y adolescentes alcanzaron el éxito con vídeos y comentarios en los que, por supuesto, no se nota la influencia parental.

Liza Anokhina reconoce que usa el móvil ocho horas diarias. En su cuenta de Instagram anokhina_elizabeth_2007 difunde vídeos muy pulidos, con efectos visuales y música.


[b]Ganancias "secretas"[/b]

"Habla bien, es inteligente y hace vídeos interesantes", explica Natalia Usasheva, de 12 años, una de las admiradoras de la bloguera mientras aprovecha para sacarse una selfi con ella. Junto a ella, Veronika Kosynkina, también de 12 años, reconoce que aspira a "vestirse con el mismo estilo" que la bloguera, cuyas prendas a menudo llevan la marca muy visible.

Los anunciantes han visto el filón, con lo que la niña gana una cantidad de dinero al parecer consecuente.

Liza, hija de una abogada y de un exmilitar, evita entrar en detalles. "Ha mejorado nuestra vida", admite, "pero prefiero mantener las ganancias en secreto". Tampoco se explaya sobre el papel de sus padres en su carrera.

Los profesionales de la salud estiman que este éxito puede tener un efecto desestabilizador en niños y adolescentes. Incluso los gigantes de las redes sociales toman cartas en el asunto.

Instagram ha comenzado a ocultar los "me gusta" en su plataforma en varios países para luchar contra el ciberacoso. Y Youtube prohibirá en 2020 la publicidad selectiva en los vídeos destinados a niños.

Hay que proteger a los "más sensibles de las comparaciones y las críticas", advierte la experta en psicología infantil Viktoria Karavayeva.

Además, como sucede con los niños actores o deportistas, pueden "desarrollar una dependencia a la popularidad, a los 'me gusta', a los comentarios, al hecho de que se hable de ellos", declara a la AFP. Pueden caer en la obsesión.


[b]En busca del millón[/b]

En Moscú, varios centros privados imparten cursos para mejorar el conocimiento de las redes sociales y aumentar el número de seguidores.

"Estoy continuamente a la espera de tener, por fin, un millón de suscriptores", proclama Artiom Shalovei, un alumno de 11 años de la escuela Coddy de informática para niños en Moscú.

"Para mí es muy importante a la vez ganar mucho dinero y tener muchos seguidores", afirma este niño que quiere hablar en su blog de videojuegos, de BMX. Por el momento tiene 130 seguidores.

Para la profesora Amela Shabotish, lo más importante es que los niños hablen en sus blogs de sus pasiones.

La psicóloga Viktoria Karavayeva recomienda a los padres cambiar de estrategia y en vez de limitar el acceso a los aparatos, concentrarse en el contenido.

Yulia, que prefiere no dar su apellido, confiesa estar sorprendida por las elecciones de sus tres hijos de entre siete y 10 años: tienen preferencia por los vídeos en los que se ve a alguien abrir un sinfín de huevos de chocolate para acceder a juguetes.

Las consecuencias pueden ser graves. La psicóloga reconoce haber tenido pacientes que "desarrollaban miedos". Por eso anima a los padres a dialogar sobre los temas de los vídeos.


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