La Jornada Maya
Foto tomada de la web
Mérida, Yucatán
Miércoles 12 de julio, 2017
Uno de lo deseos más recurrentes en el ser humano se refiere a la posibilidad de moverse del presente al pasado, quizá para corregir algún error o mejorar lo realizado, o del presente al futuro para saber qué viene y, cuando se regrese al hoy, tener todas las herramientas para evitar sorpresas y tener los mejores logros. Sin embargo, hasta el momento y pese a las diversas teorías que existen, parece que todo queda en el terreno de los sueños.
En [i]Viajar en el tiempo[/i], publicado en el sello Crítica, el autor James Gleick presenta y analiza con su característica mirada científica mucho de lo que se ha dicho y estudiado sobre el tiempo, por lo que sin mayor problema hace convivir las teorías de James Clerk Maxwell con el pensamiento de Borges, Proust con Felix Klein, Hermann Winkowski con el cybepunk de William Gibson, Leibniz con Foster Wallace, Asimov con San Agustín, Kurt Gödel con [i]Doctor Who[/i], o Pierre Laplace con las aventuras Sci-Fi de la serie de televisión [i]Cuentos asombrosos[/i] (Amazing Stories) o [i]Regreso al futuro[/i].
Gleick traza una historia del concepto de viaje en el tiempo, adelante y atrás, a través de la física, la literatura o la filosofía, y puede hacerlo recurriendo a la célebre máquina de H.G. Wells o al pensamiento de otros investigadores del tiempo, que es un tema que domina y le apasiona, y con el que logra un resultado interesante, divertido e intrigante, que abre nuevas hipótesis a partir de la idea de que el anhelado salto en el tiempo puede encontrarse de manera natural en los libros.
Durante ese ir y venir muestra que para los hombres antiguos el viajar en el tiempo no ocupaba ni el mínimo pensamiento, cosa muy distinta a lo ocurre en la época de los adelantos tecnológicos y de las personas hiperconectadas a través de computadores, pero en la que también, paradójicamente, se insiste en disfrutar el hoy.
“En el mundo conectado, crear el presente se convierte en un proceso colectivo. El mosaico de cada uno es colaborativo, un fotomontaje con múltiples perspectivas. Imágenes del pasado, fantasías del futuro, videocámaras en vivo, todo ello desordenado y mezclado. Todo el tiempo y nada de tiempo”, escribe Gleick. “El sendero hacia atrás, a través de la historia, está abarrotado; el sendero hacia delante es borroso”.
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