Una empresa británica desarrolló lo que hasta ahora parecía algo exclusivo de la ciencia ficción: un escudo de invisibilidad.
La firma nombrada precisamente Invisibility Shield Co. desarrolló 25 escudos muy parecidos a un espejo que permiten a una persona volverse "invisible" cuando se coloca detrás del objeto.
El efecto se logra dependiendo de la luz, ya que en algunos escenarios la persona no desaparece del todo y más bien su figura se ve borrosa; no obstante, en lugares abiertos con pocos colores (como la playa) el escudo funciona de manera adecuada.
De acuerdo con los creadores de este invento, el efecto se logra gracias a un conjunto de lentes de ingeniería de precisión que desvían la luz reflejada en el escudo hacia los lados, lo que da la sensación de invisibilidad.
Invisibility Shield Co. explica que la luz que ingresa en la parte posterior del escudo "se refracta a un punto focal y luego se extiende hacia los lados" y cuando "la superficie exterior de la lente alcanza un ángulo suficientemente pequeño en relación con el ángulo de la luz entrante, la luz se refleja internamente, en lugar de refractarse".
"Para que estas láminas manipulen la luz correctamente para crear escudos de invisibilidad funcionales, las lentes deben tener una forma específica y formarse con una precisión muy alta. Para encontrar la mejor configuración para un escudo, probamos diferentes formas de lentes con distintos perfiles, ángulos, profundidades y distancias de separación", detallan los creadores.
El precio de cada escudo de invisibilidad va de los 64 a los 394 dólares dependiendo el tamaño. Actualmente, la empresa recauda fondos a través de Kickstarter para aumentar la producción.
Edición: Estefanía Cardeña
El director de Seguridad, Vialidad y Tránsito justificó el uso de gas lacrimógeno el pasado 12 de septiembre
La Jornada Maya
La remodelación del sitio recibió una inversión de 8.8 mdp
Ana Ramírez
El gobierno de Asunción verificó que el ingreso y estancia de 'El Abuelo' era irregular
La Jornada
El partido será el 18 de noviembre en el estadio Alamodome de San Antonio, en Texas
La Jornada