Todos conocemos a alguien con un sentido de la moda basura, pero Rob Greenfield se enorgullece de usar basura: todo es parte de un plan para mostrar cuánta basura tiramos sin pensar cada mes.
El activista deambula por las calles de Los Ángeles y las ciudades aledañas con un traje especialmente diseñado que contiene toda la basura que ha producido en las últimas semanas.

"Para la mayoría de nosotros, la basura está fuera de la vista, fuera de la mente", dijo a la AFP en las calles comerciales de Beverly Hills.
"Lo tiramos a la basura y desaparece y nunca volvemos a pensar en eso. Quería crear una imagen que ayudara a las personas a ver realmente cuánto se acumula nuestra basura".
A sólo unos días para el final de su desafío, Greenfield lleva alrededor de 62 libras (28 kilogramos) de basura generada por las bebidas, bocadillos y comidas que ha consumido.
Todo está empacado en su traje de plástico transparente, con bolsillos especialmente construidos en los brazos, las piernas y la espalda.
Las piernas ya están llenas de latas que traquetean y restringen su capacidad para caminar, lo que se suma a la impresión general de un robot hecho de chatarra.
"Fue alrededor del día 12 que comencé a sentir realmente la carga del consumismo", dijo, y señaló que la persona promedio en los Estados Unidos crea alrededor de cinco libras de desechos por día.
"Realmente comencé a sentir el peso y ver lo visual y simplemente decir 'wow, es asombroso cuánto se acumula nuestra basura'".
Greenfield, que se enorgullece de vivir una vida minimalista con sólo un puñado de posesiones, sin cuenta bancaria y sin licencia de conducir, no es ajeno a las acrobacias destinadas a crear conciencia sobre los problemas ambientales.
En 2019, se alimentó durante todo un año con alimentos que él mismo cultivó y cosechó.
Pero a los efectos del traje basura, decidió dejar de lado el ascetismo y consumir como el estadunidense promedio durante 30 días.
La vista de un hombre vestido con basura mientras deambula por las zonas más lujosas de una de las ciudades más declaradamente consumistas de Estados Unidos levanta algunas cejas, pero, dice, la mayoría de la gente está interesada en aprender más.

"Hay algunas personas que piensan que soy alguien sin hogar o que tengo un problema de salud mental, pero en su mayor parte, la gente ha sido muy positiva.
"La gente puede entender este mensaje y me ayuda a llegar realmente a personas de todos los ámbitos de la vida".
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Edición: Estefanía Cardeña
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