Nagma rechazó las peticiones de matrimonio de un familiar y pagó su independencia con un chorro de ácido en la cara que la desfiguró, forzándola a cubrir sus cicatrices hasta que descubrió un café gestionado por supervivientes donde trabaja y que abre ahora su cuarto local en la India. Tenía solo 15 años.
Tras el ataque comenzó un calvario de operaciones en un hospital a unos 50 kilómetros de su hogar en Balrampur, en el estado norteño de Uttar Pradesh.
"Hubo un tiempo en el que creía que yo era la única niña en el mundo en haber sido atacada con ácido", explica a Efe en el café Sheroes Hangout en Noida, una localidad próxima a la capital, rodeada de clientes y otras jóvenes en su misma situación que afrontan el mundo a cara descubierta.
Nagma contempló el suicidio, pero encontró fuerzas cuando una joven le habló de un café en la ciudad norteña de Lucknow, donde Nagma continuó su tratamiento médico, llevado por supervivientes de ataques con ácido como ella.
Desde que arrancó el primer establecimiento en la ciudad norteña de Agra en 2014, el mismo año que Nagma fue atacada, esta iniciativa de la fundación Chhanv se ha expandido a tres localidades, las penas contra los agresores se han endurecido y el número de ataques ha ido a la baja.
"Por primera vez me senté allí con mi rostro descubierto", señala, antes de destacar que allí aprendió "el valor de esas chicas".
Ritu Saini, otra de las víctimas de ataques con ácido, se unió a la fundación Chhanv en 2014, el mismo año en que arrancó el Sheroes Hangout de Agra, donde tuvo su primer trabajo y se sintió curada "después de poder hablar con la gente" y contarles su historia.
Su ataque sigue siendo una herida abierta, reconoce, porque los cinco condenados obtuvieron la libertad bajo fianza en el Tribunal Superior de su estado natal, Haryana. Aunque le gustaría recurrir la sentencia ante el Supremo, Saini necesitaría "miles y miles" de rupias, un gasto que no se puede permitir.
Cuando un hombre arroja ácido a una joven, normalmente alguien de su entorno familiar o conocido, su objetivo no es matarla, sino "destrozar la vida de la joven", explica a Efe Alok Dixit, fundador y director de la fundación Chhanv e impulsor de Sheroes Hangout.
Ahora las supervivientes empleadas en el café viven de forma independiente y cuentan con un empleo, cuando muchas de ellas proceden de familias humildes podían esperar a ser casadas y convertirse en amas de casa, siguen con sus estudios e incluso dan charlas sobre su experiencia.
"El propósito del atacante se ve derrotado, él nunca querría ver a la joven tan animada", explica.
La ONG lanzó una campaña exigiendo mayores penas ante lo que era considerado como un delito menor y también para pedir más controles en la venta de un ácido que a penas cuesta unas decenas de rupias.
Tras una sentencia del Tribunal Supremo que endureció las penas e impuso restricciones al ácido, el país comenzó a contabilizar el número de ataques con ácido en 2013.
Ese año se registraron 309 denuncias mientras que en 2021 se redujeron a 176, 102 de ellos específicamente contra mujeres, según la Agencia Nacional india de Registro de Crímenes (NCRB).
Una reducción que sorprende a Dixit, que la atribuye a la mayor concienciación de la sociedad y a que ahora es un "crimen muy serio" aunque el ácido sigue siendo muy fácil de conseguir.
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