Los equipos de rescate en Turquía y Siria seguían salvando el miércoles a contrarreloj a supervivientes atrapados en los escombros del potente terremoto del lunes, que dejó ya más de 15 mil muertos.
Durante dos días y dos noches desde el sismo de magnitud 7.8, miles de socorristas trabajaron en temperaturas gélidas para encontrar a sobrevivientes bajo los edificios derrumbados a ambos lados de la frontera.
Estas zonas cercanas a Turquía no tienen ayuda del gobierno sirio y suelen depender de la ayuda del gobierno de Ankara, que ahora lucha contra la catástrofe en su propio territorio.
"Pedimos a la comunidad internacional que asuma su responsabilidad por las víctimas civiles. Necesitamos que los equipos internacionales de rescate entren en nuestras zonas", declaró a AFP Mohammad Al Chebli, portavoz de los Cascos Blancos.
El tiempo pasa, los muertos aumentan
"Es una carrera contrarreloj, cada segundo muere gente bajo los escombros (...) Cientos de familias siguen desaparecidas o atrapadas bajo los escombros", asegura.
Desde el terremoto se han movilizado más de 3 mil 300 voluntarios de los Cascos Blancos, pero su personal y equipamiento siguen siendo muy insuficientes.
"No hay perros rastreadores para determinar qué edificios derrumbados tienen víctimas debajo", dice Chebli.
Los socorristas trabajan en condiciones difíciles, con frío y con antorchas por la noche, y tienen la ayuda de la población local, que intenta retirar los escombros con picos y palas y, a veces, con sus propias manos.
A medida que pasa el tiempo, "las posibilidades de salvar a la gente son cada vez menores", dijo el portavoz.
Rescate de hermanitos se viraliza
Un vídeo que se ha hecho viral muestra a una multitud que estalla de alegría mientras los equipos de rescate sacan a dos niños de entre los escombros.
"La alegría de los socorristas era indescriptible", dijo la voluntaria, que habló desde la ciudad de Sarmada, en la provincia de Alepo.
"Cada vez que conseguimos sacar a gente con vida de entre los escombros, nos da energía y esperanza", declaró a AFP Fatima al-Abid, voluntaria de los Cascos Blancos.
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La ayuda y su complicado arribo
Los Cascos Blancos están recibiendo financiación extranjera, y el Reino Unido anunció el martes que aportaría 900 mil euros (965 mil dólares) más en concepto de ayuda. Egipto envió por su parte un equipo técnico y médicos.
Más de cuatro millones de personas viven en las zonas rebeldes del norte, próximas a Turquía.
La ayuda se distribuye a través de un único paso fronterizo desde Turquía, pero la carretera que conduce a ese paso ha sufrido daños, lo que ha interrumpido temporalmente las operaciones de socorro, según la ONU.
La zona de Idlib, donde viven unos tres millones de personas, está controlada por el grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
En una rueda de prensa el miércoles en Idlib, un funcionario del sector sanitario de la zona, Husein Bazar, declaró que "la región necesita urgentemente todo tipo de ayuda médica".
"La situación en Idlib y en las zonas liberadas es catastrófica (...) y ya no podemos prestar asistencia sanitaria a las personas que la necesitan", aseguró.
Según los Cascos Blancos, que también se ocupan de los entierros de las víctimas, los depósitos de cadáveres de los hospitales han superado su capacidad.
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