En perfecto estado de conservación, como si hubiera sido fabricado recientemente, fue encontrado un espejo plegable de bronce en el perímetro de la tumba de una hetaira (cortesana) griega en Jerusalén.
Investigadores de la de la Autoridad de Antigüedades de Israel se sorprendieron con el hallazgo de los restos incinerados de una mujer a quien se le colocó como ofrenda el espejo, que solía ser un objeto de lujo durante el periodo helenístico.
La tumba además resulta relevante porque es la evidencia más antigua de cremación de esta época.
Lo interesante de la investigación es que los restos pertenecen a una mujer que probablemente se desempeñaba como hetaira, es decir, que podía rentarse como acompañante.
“Las hetairas formaban parte de una institución social de la antigua Grecia, en el marco de la cual las mujeres -similares, por ejemplo, a las geishas japonesas-, prestaban servicios de acompañamiento social, y no necesariamente sólo o principalmente servicios sexuales”, explica la Autoridad de Antigüedades de Israel.
Esta conclusión surge a raíz del hallazgo del espejo, ya que esta ofrenda era común en el mundo greco-helenístico y si la tumba es de una mujer griega, no pudo haber sido una casada porque ellas no se alejaban de casa. Además, era común que militares o funcionarios gubernamentales regalaran espejos de bronce a sus hetairas.
El objeto, que fue encontrado en perfectas condiciones, es el segundo de su tipo encontrado en todo Israel.
El oficio de vivir
Andrés Silva Piotrowsky
Especial: Fauna Nuestra
La Jornada Maya
Las dos caras del diván
Alonso Marín Ramírez