Con información de Ap
Fernando Valenzuela, el fenómeno nacido en México que jugó para los Dodgers de Los Ángeles e inspiró la “Fernandomanía” mientras ganaba el premio Cy Young de la Liga Nacional, el Novato del Año y la Serie Mundial en 1981, ha fallecido. Tenía 63 años.
El equipo informó que Valenzuela, considerado ampliamente el mejor beisbolista mexicano en la historia, falleció el martes por la noche en un hospital de Los Ángeles. Los Dodgers no proporcionaron la causa ni otros detalles.
Valenzuela había dejado su trabajo como comentarista en la transmisión en español de los Dodgers en septiembre sin dar explicaciones. Se dio a conocer que fue hospitalizado a principios de este mes. Su trabajo lo mantenía como una presencia regular en el Dodger Stadium. Antes de los partidos, solía cenar en el palco de prensa y se dejaba consentir por los aficionados. Seguía siendo popular entre los fanáticos que lo buscaban para fotos y autógrafos.
“A nombre de la organización de los Dodgers, lamentamos profundamente el fallecimiento de Fernando”, afirmó Stan Kasten, presidente y director general de Los Dodgers. “Él es uno de los jugadores de los Dodgers con mayor influencia en todos los tiempos... se ha mantenido cerca de nuestros corazones desde entonces, no sólo como un jugador sino también como comentarista”.
De Leones de Yucatán a las Grandes Ligas
En la Liga Mexicana debutó con los Leones de Yucatán en 1979, llevándose la designación de Novato del Año luego de finalizar con marca de 10-12 y efectividad de 2.49 en 26 aperturas; completó 12 juegos y se apuntó dos blanqueadas. En 181 entradas de trabajo otorgó 70 bases por bolas y a cambio recetó 141 anestesias.
Valenzuela fue uno de los peloteros más dominantes de su época y una figura extremadamente popular en la década de 1980, aunque nunca fue elegido para el Salón de la Fama. Sin embargo, es parte de Cooperstown, que cuenta con varias reliquias suyas, incluyendo una pelota firmada de su juego sin hit en 1990.
Valenzuela desató pasión en los estadios de Grandes Ligas en 1981, cuando se convirtió en el primer lanzador en ganar los premios Cy Young y de Novato del Año en el mismo calendario. Ese año, de manera inesperada, se convirtió en el abridor de los Dodgers en el día inaugural por la lesión de Jerry Reuss y logró un triunfo de 2-0 sobre los Astros de Houston; ese fue el inicio de una tanda de encuentros en la que acumuló una marca de 8-0, con cinco blanqueadas, y una efectividad de 0.50.