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Europa Press
05/06/2025 | Washington, Estados Unidos
Investigadores de la Universidad Estatal de Washington (WSU, por sus siglas en inglés) recrearon el pigmento sintético más antiguo del mundo, llamado azul egipcio, utilizado en el antiguo Egipto hace 5 mil años.
En un informe publicado en la revista Heritage Science, los investigadores apuntan que utilizaron diversas materias primas y tiempos de calentamiento para desarrollar 12 recetas de pigmentos, lo que proporciona información útil para arqueólogos y científicos especializados en conservación que estudian los materiales del antiguo Egipto. El trabajo se realizó en colaboración con el Museo Carnegie de Historia Natural y el Instituto de Conservación del Museo Smithsonian.
Minerales costosos
Esperamos que éste sea un buen caso práctico sobre lo que la ciencia puede aportar al estudio de nuestro pasado, declaró John McCloy, primer autor del artículo y director de la Escuela de Ingeniería Mecánica y de Materiales de la WSU. El objetivo de este trabajo es destacar cómo la ciencia moderna revela historias ocultas en los objetos del antiguo Egipto.
Si bien el pigmento azul egipcio era valioso en la antigüedad, existe poca evidencia arqueológica sobre su elaboración. Se utilizaba como sustituto de minerales costosos como la turquesa o el lapislázuli y se empleaba para pintar madera, piedra y un material similar al papel maché llamado cartonaje. Dependiendo de sus ingredientes y el tiempo de procesamiento, su color varía del azul intenso al gris o verde opaco.
Después de los egipcios, el pigmento fue utilizado por los romanos, pero en el Renacimiento, el conocimiento de su fabricación se había olvidado en gran medida.
En años recientes, ha resurgido el interés en el pigmento debido a sus interesantes propiedades ópticas, magnéticas y biológicas, con posibles nuevas aplicaciones tecnológicas, afirmó McCloy.
Foto: Carnegie Museum of Natural History
El pigmento emite luz en el infrarrojo cercano del espectro electromagnético, invisible para el ser humano, lo que significa que podría utilizarse para tareas como la toma de huellas dactilares y la creación de tintas a prueba de falsificaciones. Además, su composición química es similar a la de los superconductores de alta temperatura.
Empezó como algo divertido, ya que nos pidieron que produjéramos algunos materiales para exhibir en el museo, pero hay mucho interés en él, dijo McCloy, quien, además de profesor de ciencia e ingeniería de materiales, tiene una maestría en antropología.
Para comprender su composición, los investigadores, entre ellos un mineralogista y un egiptólogo, crearon 12 recetas diferentes del pigmento a partir de mezclas de dióxido de silicio, cobre, calcio y carbonato de sodio. Calentaron el material a mil grados Celsius durante entre una y 11 horas para replicar las temperaturas que habrían estado disponibles para los artistas de la antigüedad.
Tras enfriar las muestras a distintas velocidades, estudiaron los pigmentos utilizando técnicas modernas de microscopía y análisis nunca antes empleadas para este tipo de investigación, comparándolos con dos artefactos del antiguo Egipto.
Muy heterogéneo
El azul egipcio incluía una variedad de colores azules, según su lugar de fabricación y su calidad. Los investigadores descubrieron que el pigmento es muy heterogéneo.
Había gente que fabricaba el pigmento y luego lo transportaba, y el uso final se daba en otro lugar, indicó McCloy. Una de las cosas que observamos fue que con tan sólo pequeñas diferencias en el proceso, se obtenían resultados muy distintos.
Los investigadores descubrieron que, de hecho, para obtener el color más azul se requiere sólo alrededor de 50 por ciento de los componentes azules.
No importa cuál sea el resto, lo cual nos sorprendió bastante, señaló McCloy. Se puede ver que cada partícula de pigmento contiene una gran cantidad de elementos; no es uniforme en absoluto.
Las muestras creadas se exhiben actualmente en el Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburgh, Pensilvania, y formarán parte de la nueva galería a largo plazo del museo dedicada al antiguo Egipto.
Edición: Estefanía Cardeña