De momento, todo bien. La burbuja de la NBA sigue intacta. Los extraordinarios protocolos sanitarios para tratar de salvar esta temporada parecen funcionar. Y la misión que comparten entrenadores y jugadores de aprovechar su plataforma para poner énfasis en el debate sobre la injusticia racial comenzó con el pie derecho.
Cumplidos cuatro días, algo más de lo ocurrido en Walt Disney World: LeBron James fue el autor del enceste para una victoria de Los Ángeles Lakers, T.J. Warren estampó su nombre en el libro de récords de Indiana con un partido de 53 puntos, Houston y Dallas se combinaron para anotar más de 300 unidades en un juego, los campeones reinantes Raptors de Toronto pisan fuerte y Joel Embiid firmó una actuación de 41 puntos y 21 rebotes en una derrota.
Tampoco se debe pasar por alto la simetría: Rudy Gobert fue el primer jugador en dar positivo por COVID-19, así que fue natural que el pívot francés de Utah fuera el primero en anotar cuando oficialmente se puso fin a la paralización de actividades por la pandemia.
Si ello no fuera suficiente, la calidad del juego ha sido tan buena que casi no se nota que la NBA llevaba cuatro meses y medio detenida. Los porcentajes de acierto y puntuación, al cabo de cuatro días, se encuentran en el mismo nivel que cuando la temporada se suspendió por la pandemia el 11 de marzo. Y los finales agónicos han sido constantes, con ocho de los primeros 19 duelos decidiéndose por un margen de cinco o menos puntos.
“Honestamente, ha resultado ser mejor de lo esperado, entre todos los equipos en general”, dijo el entrenador de San Antonio, Gregg Popovich.
Edición: Ana Ordaz
El evento fue presidido por Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán
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