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La Jornada Maya

Ciudad de México
Jueves 17 de agosto, 2017

Bajo la premisa que reza “el mejor homenaje a un escritor es leerlo”, del tallerista, dramaturgo, ensayista y periodista Eusebio Ruvalcaba Castillo (Guadalajara, 3 de septiembre de 1951-Ciudad de México, 7 de febrero de 2017), circulan en este país dos de sus obras ejemplares en nuevas ediciones.

[i]Temporada de otoño[/i] (2015) es un libro de 422 páginas emanado del amor a la música. Todo en él es música. Lo mismo comentarios sobre obras de la preferencia de este autor, mexicanas y extranjeras, que semblanzas biográficas de compositores e intérpretes; lo mismo ensayos ligeros y puntuales, que entrevistas a melómanos de reconocida prosapia.

Se trata de un volumen que atrapa al lector, sin importar que sea un experto en asuntos musicales o simple aficionado a escuchar música, gracias a la prosa sencilla y asequible de Eusebio Ruvalcaba, escritor que siempre gozó de la aceptación de crítica y público. Para los amantes de la música, constituye todo un acontecimiento en su acervo personal.

El otro título que ya circula es [i]El silencio me despertó[/i] (2011). Con sus 364 páginas, muy bien podría llamarse “Diario de un bebedor”, si se agrega en seguida que se trata del diario lleno de sorpresas de un autor a quien entusiasman la música, la poesía y el eterno misterio de la mujer, asegura Evodio Escalante, quien escribió el texto de contraportada.

“He aquí el triángulo irresistible que invita al lector a las delicias del corto-circuito, dados los vínculos secretos que existen, como todo mundo sabe, entre la música, la poesía y el portento inefable de la feminidad”, añade Escalante Betancourt, reputado crítico literario, poeta, ensayista, antologuista e investigador mexicano estudioso de la obra de Ruvalcaba.

El experto sostiene que, poeta y narrador de aguda sensibilidad, el autor de ambas obras desciende en esta entrega a la calle, se pierde en la carretera, se abisma en una cantina o relata sus múltiples encuentros con esta otra mujer a la que a falta de otro nombre, todos los mortales llamamos música. Eusebio Ruvalcaba abrevó de la música desde la cuna.

“De Schumann a Tchaikovski, de Bach a Brahms, pero igual de tequila en tequila, se va tejiendo esta bitácora enfebrecida, a la vez sincera y delirante que ofrece a sus seguidores Eusebio Ruvalcaba, como para indicarles que la escritura es una forma de “desocultar” lo que todos llevamos en el corazón”, concluye Evodio Escalante, en esta certera rúbrica.


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