Nacional > Ciencias
La Jornada Maya
26/07/2025 | Mérida, Yucatán
Antar Mijail Pérez Botello*
En los márgenes donde la tierra abraza al mar, habita un ecosistema con raíces expuestas, ramas entrelazadas y una resiliencia extraordinaria: los bosques de manglar.
Estos bosques adaptados a "beber" agua salada son uno de los ecosistemas más productivos del planeta. Sin embargo, a pesar de su importancia biológica, climática y social, su pérdida ha sido dramática en muchas regiones costeras del mundo.
Los manglares ocupan aproximadamente 137 mil 760 km² distribuidos en 118 países, aunque representan apenas el 0.7 por ciento de los bosques tropicales. Más de 100 millones de personas viven a menos de 10 kilómetros de grandes extensiones de manglar y dependen de estos ecosistemas para obtener alimento, agua limpia, materiales de construcción y protección frente a tormentas. Su valor económico se estima entre 33 mil y 57 mil dólares por hectárea al año.
Los manglares almacenan alrededor de mil toneladas de carbono por hectárea, convirtiéndolos en uno de los ecosistemas más ricos en carbono del planeta. Aunque representan menos del 1 por ciento de los bosques tropicales, secuestran hasta 10 veces más carbono por hectárea que los bosques terrestres.
Su complejo sistema de raíces forma una barrera natural contra tormentas y huracanes. Pueden reducir la altura de las olas entre 13 y 66 por ciento en apenas 100 metros de ancho, y amortiguar marejadas ciclónicas hasta 50 centímetros por kilómetro de cobertura.
México alberga aproximadamente 6 por ciento de la cobertura mundial de manglares, posicionándose en cuarto lugar global con 905,086 hectáreas distribuidas en las costas del Golfo de México, el Caribe y el Pacífico, de acuerdo con el Sistema de Monitoreo de Manglares de México, de los cuales 60 por ciento se encuentran en la Península de Yucatán. Sin embargo, nuestro país también tiene altos niveles de deforestación.
En el Golfo de México, los manglares forman parte de un entramado ecológico fundamental junto con lagunas costeras, arrecifes coralinos y pastos marinos. Esta conectividad favorece especies de alto valor pesquero como róbalo, pargo, jaiba y camarones. También son refugio para aves residentes como flamencos, ibis y espátulas rosadas, y hogar temporal para miles de aves migratorias.
El principal enemigo de los manglares no es el desconocimiento, sino la descoordinación institucional y el desarrollo mal regulado y planeado. Proyectos turísticos, desarrollos inmobiliarios y carreteras han fragmentado numerosos ecosistemas.
Sin embargo, existen señales de esperanza. En los últimos años, proyectos comunitarios de restauración y monitoreo, como los impulsados por cooperativas pesqueras, han demostrado que la conservación participativa es efectiva cuando se reconoce el valor del conocimiento local y se respalda con ciencia. Proyectos comunitarios a lo largo de las costas mexicanas como las Almejeras de Santa Cruz y las Lobas del Manglar en Sinaloa, hasta las Chelemeras en Yucatán cuidan, limpian y concientizan a sus comunidades sobre la importancia de mantener este ecosistema en buen estado.
En el Día Internacional para la Conservación del Ecosistema de Manglares (26 de julio), es momento de preguntarnos: ¿qué papel juegan en nuestro territorio, seguridad y alimentación? ¿Qué podemos hacer desde nuestras comunidades para que estos guardianes no desaparezcan en silencio?
Dr. Antar Mijail Pérez Botello es Especialista en Ciencia de Oceana en México*
Sigue leyendo:
Edición: Fernando Sierra