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11/10/2025 | Ciudad de México
Hace sesenta años, los habitantes de un barrio de la Ciudad de México , atravesado por un canal, podían sacar ajolotes —la gran salamandra que se asemeja a un pequeño dragón— del agua con las manos debido a su abundancia. Ahora es casi imposible encontrarlos en estado silvestre.
Es por eso que científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México están filtrando las turbias aguas de Xochimilco en busca de rastros de ADN de la criatura en peligro de extinción .
“Todos arrojamos ADN a lo largo de nuestro camino por el mundo y eso se puede capturar filtrando el aire o el agua”, dijo el biólogo Luis Zambrano, del laboratorio de restauración ecológica de la universidad.
En un intento por monitorear la disminución del número de ajolotes, los científicos recurren cada vez más a esta técnica, ya que sus redes vuelven vacías durante los estudios periódicos de la población, que sólo se encuentra en Xochimilco.
Tomaron muestras del agua de los canales y la filtraron para detectar ADN ambiental, o las partículas genéticas dejadas por animales y plantas en contacto con el agua. Esto se comparó con los perfiles de una biblioteca genética creada hace algunos años por científicos británicos, explicó Esther Quintero, de Conservación Internacional en México, quien colabora con Zambrano desde 2023.
Los científicos recolectaron agua de 53 lugares en Xochimilco: 10 dentro de refugios donde el agua se filtra y es más limpia, y 43 fuera de estas áreas. Encontraron ADN de ajolote dentro de las áreas protegidas y en un sitio fuera de ellas.
Refiriéndose a la única área desprotegida, Zambrano dijo que “es muy poca”, pero una muestra de que existe la posibilidad de resiliencia, incluso con la continua degradación ambiental y la contaminación de los canales.
Hasta el momento, los investigadores sólo han rastreado una tercera parte de Xochimilco con la técnica de ADN ambiental y el trabajo manual con redes, pero planean continuar el trabajo y esperan presentar un censo actualizado a principios del próximo año.
Sin embargo, la tendencia no es buena. De un estimado de 6 mil ajolotes por kilómetro cuadrado en 1998, solo había 36 por kilómetro cuadrado en el último censo, en 2014.
Zambrano destaca que el trabajo de su equipo ha demostrado que la conservación funciona y que el esfuerzo por proteger a la especie también está mejorando la calidad del agua, incrementando el número de polinizadores en la zona y haciendo que la Ciudad de México haga un mejor uso del agua de Xochimilco, entre otros beneficios.
Pero los legisladores pueden hacer más, afirmó, como prohibir la apertura de clubes de baile, spas y campos de fútbol en las tradicionales islas artificiales de Xochimilco, conocidas como chinampas. En cambio, el gobierno debería incentivar la producción agrícola tradicional de las islas , garantizando que los agricultores puedan realmente ganarse la vida con ella.
Si su hábitat es fijo, el ajolote puede encargarse del resto.
“El ajolote se reproduce mucho porque pone muchos huevos… se recupera fácilmente y sabemos cómo”, dijo Zambrano.
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Edición: Fernando Sierra