Katia Rejón
Foto: Diana Rey
La Jornada Maya

Guadalajara
Jueves 29 de noviembre, 2018

El nombre de Leila Guerriero (Argentina, 1967) aparece en casi todas las antologías de crónica y no ficción contemporáneas. Es autora de los libros Los suicidas del fin del mundo (2005), Zona de obras (2015), Una historia sencilla (2011), entre otros. Publica en medios como [i]La Nación[/i], [i]Rolling Stone[/i], [i]Gatopardo[/i], [i]El Mercurio[/i], [i]L’Internazionale[/i] y [i]El País[/i].

La cronista argentina se encuentra en México, invitada a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde formará del foro para periodistas de no ficción, con otros autores. Antes de su presentación, concede una entrevista exclusiva a [i]La Jornada Maya[/i]. La primera pregunta es sobre la vigencia de hablar del periodismo narrativo, cuando se ha hablado mucho sobre el tema pero aún quedan cosas por decir:

—Son dos cosas. La renovación de la escritura y la renovación de los temas. Tiene que ver con que si te quedas hablando de lo mismo, hay un cansancio natural. Cuando me siento demasiado cómoda sospecho que estoy empezando a aburguesar la escritura. Ahora no me interesan tanto los temas que me interesaban hace 10 o 15 años. Eran temas mucho más marginales, oscuros, que se fueron dando naturalmente. Me imagino que en unos años voy a querer hablar de otras cosas.

Cuando tocas determinados temas, se abren a veces subtemas, laterales y dices “ah, a lo mejor por acá”. La primera conferencia que di en público debió de ser hace 15 años.

Y si bien las cosas que dije, las sostengo, con el tiempo te van sucediendo cosas más complejas que te exigen reflexiones también más complejas. El periodismo es una cosa muy dinámica: las fake news, redes sociales, soportes digitales, no era algo que nos preocupara. Y a su vez, viene a raíz de que uno va leyendo y nutriéndose, no necesariamente periodismo. De eso se trata ser periodista, de renovar la mirada todo el tiempo.


[b]¿Cómo sabe cuando una historia vale la pena de ser contada?[/b]
—De pronto una historia me parece muy interesante, y a otro colega le parece nada. Alguna vez leí, no sé si de Javier Cercas, que cada vez que alguien elige un tema para escribir, es porque en el fondo quiere decir algo de sí mismo. No porque alguien quiera decirlo desde un punto ególatra sino porque uno quiere decir algo acerca de su propia visión del mundo en relación al tema: los desaparecidos en argentina, las clases altas, las clases bajas, el poder político, económico. Eso hace nexo contigo y después hay una cuestión que tiene que ver con un interés periodístico evidente. No puede ser una crónica completamente arbitraria. Yo publico en medios, y en las historias tiene que haber un interés periodístico. Que yo le diga mañana a mi editor del diario El País que quiero escribir una crónica de la vecina de arriba de mi casa del piso sexto, sí a mí me puede parecer divino, pero tiene que haber un interés periodístico.


[b]En uno de sus artículos, El Bovarismo, dos mujeres y un pueblo de la Pampa, hace un juego entre la literatura y el periodismo, ¿cómo empalma estos dos géneros en su trabajo?[/b]
—La literatura de ficción la vivo desde siempre como lectora. Escribí ficción pero desde que empecé a ser periodista, dejé de escribir ficción. El periodismo narrativo ofrece la posibilidad de escribir historias reales utilizando técnicas de la narrativa de ficción, complejas. Necesitás tener un dominio del lenguaje fuerte, conocer la paleta de recursos narrativos disponibles; y por el otro lado también te exige manejarlo bien. Para mí es muy claro que el límite termina cuando el periodista se pone a inventar. Cuando comienza a inventar deja de ser periodista y se vuelve narrador de ficción.


[b]¿Cree que el periodismo narrativo sea una alternativa para generar nuevos lectores?[/b]
—Los lectores del periodismo narrativo son lectores más musculosos. Lectores que leen otros libros además del best seller digerible, con todo respeto por el best seller digerible. Creo que leer está bueno, tener la costumbre y abstraerse del mundo como se quiera. Pero es el lector que lee a Madame Bovary, un lector más entrenado, el que lee periodismo narrativo. Ahora, pedirle al periodismo narrativo que aporte cosas...cada género periodístico es maravilloso. La noticia bien hecha es una cosa estupenda, la crónica de guerra es una cosa estupenda, el periodismo de espectáculo bien hecho, también. Es un género más, un género interesante en cuanto permite una mirada menos reduccionistas de la realidad.
Vivimos en un mundo en el cual cada vez somos menos proclives a aceptar los grises. Estamos metidos a si es blanco o es bueno, y el periodismo narrativo se mueve en ese amplio de enmedio. En que la gente no es completamente buena, ni completamente mala. Hay un montón de problemas morales, éticos, irresolubles. No le ofrece una visión taxativa al lector. Puede aportar en ese sentido, pero no se le puede cargar al periodismo narrativo toda la responsabilidad, así como no se le puede pedir a la noticia que salve al periodismo de todas sus lacras.


[b]¿Cuál es el error más común de sus estudiantes?[/b]
El error más común es el mismo siempre: errar a qué es lo que se tiene para decir. Proponer una crónica sobre la feria de Guadalajara y terminar entregando un perfil de un escritor que vino a la feria de Guadalajara. Algo tan torpe y evidente como eso. Se les suele ir, empiezan muy bien y después hay un extraño protagonismo de otros temas. Como una dificultad para sostener el foco y seleccionar la información pertinente al texto, y saber qué dejar fuera.


[b]¿Y virtudes? ¿hay alguna en común?[/b]
-Y no. Esas sí que son diversas. Hay gente muy talentosa, deslumbrar. Cuando entro a dar un taller siempre pienso ¿quién de todos estos me va a deslumbrar? Hace muy poco di clases en un master y había tres personas estupendas, muy raro en un grupo chico, de 16, generalmente hay uno que sobresale. Es muy placentero cuando vos ves que la gente, de un día para el otro mejora increíblemente, es divino. Una era muy buena investigando, quizá su prosa no era muy deslumbrante pero el armado, la estructura de la crónica era absolutamente perfecta. En ninguno de los tres casos eran periodistas.

He dado muchas clases y me llama mucho la atención cómo la gente que no es periodista tiene la cabeza más abierta a la hora de la escritura de probar cosas, y tomar riesgo, al periodista que viene muy formateado con la pirámide invertida, el cuándo, qué, dónde. No digo que siempre sea así pero tienen un desparpajo que a veces falta en los periodistas de carrera.


[b]¿Qué le falta a la crónica latinoamericana?[/b]
—Ah no, no sé, muchas cosas. ¿Qué se yo? Plata, medios dónde publicar, abrir el abanico de temas. Pero tiene cosas muy buenas, hay mucha gente haciendo crónicas, capacitándose, entusiasmo, interconexión, generosidad entre ellos.


[b]¿Cuál es su próximo libro?[/b]
Entregué un libro que saldrá en marzo en Anagrama. Esta mañana me reuní con la editora. Es el perfil de un intérprete de música clásica argentina. Me reuní con él durante un año y medio, bastante menos que mis otros libros. Y pues, eso.


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