de

del

Nidia Cuan
Foto: Maru Fitzmaurice
La Jornada Maya

Viernes 09 de junio, 2017


[b]Caperucita no, Caperuza[/b]

Estoy en una obra para niños y no llevo a ninguno de la mano; a ellos, a los niños, los veo a lo lejos, sentados alrededor de una mesa, jugando como si se conocieran de toda la vida. Me siento también, platico con otros adultos que como yo van por su propia cuenta. Interrumpen la conversación las voces de las actrices y un músico. Los niños los observan: algunos sonríen, otros saludan, otros corren junto a su mamá. Después de unos segundos, saben qué hacer. Se forman por estatura mientras los adultos esperamos nuestro turno.

[i]Feroz[/i] es la más reciente producción de Belacqua, con dramaturgia de María José Pasos, actuaciones de Susan Tax, a quien pertenece la idea original, y Gina Martínez, y música de Refugio García Hidalgo. La dirección está a cargo de Nara Pech y Ulises Vargas.

Se trata de una obra dirigida especialmente a niños desde los ocho años, que aborda de manera cuidadosa el abuso infantil, tomando como punto de partida el cuento tradicional [i]Caperucita roja[/i] para urdir una historia en la que una niña que ama cantar pierde la voz desde el día en que el lobo la obliga a guardar en secreto su terrible abrazo.

Apenas entramos a la sala, conocemos a esta niña; su nombre es Caperuza, así, sin diminutivos. Caperuza, por supuesto, no es la del cuento de hadas; no depende de leñadores y sale a buscar manzanas para tener un pastel propio. Es ella y sólo ella la protagonista de la historia. Ella, la única capaz de recuperar su canto.
Un poco alta y a la vez un poco chica

Estoy sentada en la fila de atrás, en los lugares para adultos. Al frente veo a niños muy pequeños. Imagino que poco saben de palabras, que quizá no recuerden la historia cuando sean mayores, y sin embargo miran tan atentos como yo. Se pierden en las luces, en el vaivén de las telas, en los colores, en la música.

Visualmente, la obra es todo un espectáculo. A partir de elementos como títeres, telas, lentejuelas y cuerdas, móviles se crea un mundo de fantasía que refuerza la carga alegórica de los personajes con que los que convivirá Caperuza, por lo que sin duda capta la atención de niños de todas las edades. Vale destacar el trabajo de Susan Tax y Gina Martínez, quienes en pocos minutos han logrado crear una conexión, una complicidad, con los más pequeños. La música hace lo propio; no han pasado quince minutos y ya estoy tarareando las canciones, segura de que hay algo que ha hecho que los de atrás y los de adelante seamos del mismo tamaño.

[b]Puedo cantar si quiero[/b]

Caperuza, ya sin canto, sale al bosque. Su secreto es tan pesado que no juega, no duerme. En el bosque encuentra a personajes que la harán descubrir su propio poder, su propia ferocidad: Esperanza, un ave parlanchina, el Gran Miedo y Coso Pantanoso, el lugar a donde llegan las culpas pequeñas y grandes. Recuerdo entonces esa sensación. Me veo a mí misma de seis años sintiendo un nudo en la garganta. Me imagino atrapada en los brazos de tela de Gran Miedo. Recuerdo justo eso. “No se come, nos da miedo”. No poder comer. Deglutir. Recuerdo llorar por las noches sin atreverme a decirle a nadie el tamaño, el nombre justo de mis temores.

Si bien el propósito es concientizar y propiciar el diálogo entre adultos y niños respecto al acoso sexual, creo que Feroz va mucho más allá. No importa si los niños más pequeños no logran descifrar las referencias al abuso (al finalizar la obra hay una pequeña actividad dirigida donde pueden compartir sus aprendizajes y preguntas); hay una cosa que queda clara. Los secretos que nos hacen sentir incómodos y los miedos -los que sean- sólo se esfuman si se les pone nombre, si los decimos. Se trata de una lección para niños y adultos que muchos de nosotros habríamos querido aprender antes de cuando lo hicimos: la voz, la denuncia, es poderosa, y también lo es el diálogo, compartir nuestros temores con el otro. La ferocidad, entonces, consiste en escuchar no sólo el canto de afuera, sino también el de adentro, en hacer caso a nuestras intuiciones, a nuestros deseos, a nuestro cuerpo, y en decir aquello que nos lastima, que nos asusta o nos hiere, a viva voz.

[i]Feroz[/i] se presenta en doble función este sábado 10 de junio a las 11 horas, dentro del Festival Cultural Interfaz, en el Centro Cultural Tapanco, y –como parte de la Noche Blanca– a las 20 horas en el Macay.

[i]Mérida, Yucatán[/i]


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