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La Jornada Maya
Foto: Cuartoscuro

Viernes 19 de junio, 2020

Este 19 de junio, en algún punto del día, muy probablemente pasaremos la línea triste de 20 mil fallecidos en México por el COVID-19, según datos oficiales.

Son números terroríficos, es aproximadamente la capacidad total del nuevo estadio de béisbol de los Diablos Rojos del México. Es desaparecer esa cantidad asombrosa de almas, voces, memorias y posibilidades de vida de una forma imprevista. En enero ese escenario era inimaginable.

Es una tragedia inmensa, es un choque salvaje, pero en cámara lenta; es un impacto que cada día avanza con mellas pequeñas y medianas, pero siempre crueles y llenas de lágrimas, que en cada corte cotidiano machaca más -y luego todavía más- la moral y la confianza ciudadana en las instituciones.

Es la humanidad recibiendo la lección de que somos humanos mortales, no dioses invencibles. Un virus ha puesto en shock al mundo entero, y en México y América Latina parece que los peores números aún están por llegar.

Perderemos 250, 300, 450, 500, 600, 750 o hasta mil compatriotas diarios en las semanas por venir. Es la brutalidad de la estadística que no razona.

Hasta ahora, son 20 mil almas que se van debajo de este mundo, que se hunden en las aguas frías del río Estigia, que llegan al Mictlán, al Xibalbá, a tierras de las que no se regresa. 20 mil humanos que se van bajo las aguas a un viaje de más de 20 mil leguas eternas.

No volveremos a ser los mismos, no podríamos. Perder 20 mil mexicanos nos tiene que cambiar, ojalá para mejorar.

Si cada día perdiéramos un mexicano o mexicana por COVID-19, nos tomaría 55 años de un velorio por noche el llegar a esta cifra terrible y, en cambio, nos ha tomado apenas unos meses.

No estamos al final del túnel, estamos en la parte más difícil, la que nos exigirá mayores cuidados, inteligencia, solidaridad y corresponsabilidad para que el salir a las calles en busca de que la economía no muera, no resulte ser una victoria pírrica, una victoria tan cara que no valga la pena siquiera intentarla.

Son 20 mil y no serán todos. Cuidémonos.

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Edición: Emilio Gómez


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