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Javier Becerril
Foto: Reuters
La Jornada Maya

Martes 31 de marzo, 2020

La sociedad mexicana, inmersa en la pandemia del COVID-19, requiere información certera, veraz y responsabilidad en la comunicación. Desafortunadamente el uso desmedido e irresponsable de los medios de comunicación y las redes sociales generan en la sociedad confusión, incertidumbre, histeria, pánico, angustia, estrés, miedo, desánimo, nada menos que por temor a la muerte. El propósito de este artículo es exhortar a las instituciones y medios de comunicación a difundir información veraz (comprobable) y certera, con elementos de causa y conocimiento en los temas que se abordan. Es de humanos ser honestos y declarar desconocimiento en ciertos temas. La sociedad mexicana tiene confianza en sus instituciones: universidades, centros de investigación e instituciones gubernamentales. Exhortar también a la sociedad de informarse a través de las instituciones oficiales.

El propósito aquí es desmentir las informaciones que circulan en diversas redes sociales sobre el origen y generación de un virus hecho por los humanos con fines bélicos, de una conspiración para provocar una guerra entre naciones o un escalamiento económico. Información que carece de elementos científicos, veracidad y las evidencias claras, probatorias y precisas no existen. Meramente suposiciones e ideas que sin pensar en las consecuencias o probablemente premeditadas con tintes políticos, son difundidas.

Para elaborar esta comunicación corta, expedita y de contundente relevancia, se revisaron más de 80 artículos publicados en las revistas científicas más prestigiadas de países líderes en ciencia, innovación y tecnología. Generación de conocimiento de vanguardia, por miles de científicos que trabajan en estos momentos a marchas forzadas en busca de una vacuna que asegure la supervivencia de muchos humanos que hoy se debaten entre la vida y la muerte.

Una de las contribuciones es la de Guarner (2020) [i]Three Emerging Coronaviruses in Two Decades: The Story of SARS, MERS, and Now COVID-19[/i] publicado en la prestigiada revista: [i]American Society for Clinical Pathology[/i], confirmando que en las últimas dos décadas el mundo ha visto emerger y causar brotes que han originado gran consternación de salud global: síndrome respiratorio agudo severo [SARS por sus siglas en inglés], en 2003. El virus SARS finalmente se denominó SARS-CoV, ya que los pacientes febriles tenían síndrome respiratorio agudo severo y podían presentarse con neumonía y síntomas de las vías respiratorias inferiores, como tos y disnea.

El brote de SARS-CoV comenzó en Guangdong, China, y se extendió a muchos países del sudeste asiático, Norteamérica, Europa y Sudáfrica. El último caso de SARS-CoV ocurrió en septiembre de 2003, después de haber infectado a más de 8 mil personas y causando 774 muertes con una tasa de letalidad calculada al 9.5 por ciento. Nueve años después (2012) apareció un nuevo coronavirus que causa enfermedad respiratoria en el Medio Oriente, de ahí el nombre de MERS-CoV. El 30 de diciembre de 2019, se observó un grupo de pacientes con neumonía de etiología desconocida en Wuhan, China, y se informó a la oficina de China de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Beijing. Una semana después, el 7 de enero de 2020, se aisló un nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) de estos pacientes.

El trabajo de Kristian G. Andersen, Andrew Rambaut, W. Ian Lipkin, Edward C. Holmes y Robert F. Garry (2020). The proximal origin of SARS-CoV-2, publicado en la prestigiada revista: Nature Medicine reportan que la evidencia genómica del coronavirus, su último huesped es el pangolín chino, (género de mamíferos folidotos de la familia Manidae), ampliamente usado en la cultura china. Este artíciulo desmiente categoricamente las teorías de conspiración.

En la literatura científica no hay evidencia que el COVID-19 sea un virus creado por el hombre con fines bélicos o escalamiento económico. Vale mucho la pena preguntarse si la humanidad tiene suficiente conocimiento para fabricar un coronavirus letal.

Es una responsabilidad compartida, tanto las instituciones públicas y la veracidad de la prensa difundir información –comprobable--. Más aun, cuando el rumor proviene de personas con “determinada” influencia, o prensa como el rotativo La Jornada Maya, que se caracteriza por sus artículos analíticos y profundos.

La importancia de revisar artículos publicados en revistas prestigiadas, arbitradas y de alto impacto es porque hay un comité editorial, una revisión rigurosa de pares científicos, y comités de ética y bioética para autorizar la publicación. En las publicaciones en redes sociales no existe una verificación de información; cualquier persona o institución puede publicar y difundir sin una previa verificación, validación, ética social o bioética. Razón de ello existe una avalancha de información sensacionalista.

*Profesor – Investigador. Facultad de Economía, UADY.

* De 2013 a 2019 Miembro del Consejo Consultivo Científico (CCC) de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem). Gobierno de la República.

[i]Mérida, Yucatán[/i]

[b][email protected][/b]

Edición: Ana Ordaz


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