La disputa por Paseo de Montejo

Ricardo López Santillán

Investigador de la UNAM, adscrito al CEPHCIS.

Esta bella avenida es un referente simbólico incontrovertible e insoslayable. Los yucatecos, los meridanos y los que decidimos vivir en esta ciudad disfrutamos y nos enorgullecemos de Paseo de Montejo. Aunque no seamos poseedores o usufructuarios de un inmueble en esta vialidad, sentimos que nos pertenece o que todo lo relativo a ella nos incumbe; incluso, por unos días, también les pertenece y les incumbe a los visitantes que la gozan. Es parte del espacio público tiene ese carácter multifuncional y pluriclasista que hace que todo el mundo quepa y que todo el mundo pueda disfrutarlo, ya sea a propósito de un concierto callejero, un paseo en bici, una larga caminata en sus anchas aceras -a la sombra de sus enormes árboles, admirando la belleza patrimonial que le caracteriza- o incluso haciendo las veces de meta de una disputa atlética. 

Como espacio público que es, también funge como uno de los epicentros de la vida cívica local, en particular el Monumento a la Patria, quizás al mismo nivel o aún más que la Plaza Mayor. La evidencia más reciente ha sido todo lo relativo al 8M. Diversas manifestaciones ciudadanas, de toda índole, marchan por el arroyo vehicular o se detienen en sus monumentos con el objetivo hacer visible su causa, cualquiera que ésta sea.

En el ámbito de lo simbólico o derivado de éste, Paseo de Montejo ha sido siempre disputado a escala más concreta: en lo territorial. Detrás de ello está lo ideológico y, de manera más inmediata, el modelo de ciudad que cada grupo imagina (o desea) que debería debe ser el imperante. Los debates por apropiarse o dejar una huella perene (al menos duradera) sobre Paseo de Montejo implica a varios actores que no son, ni siquiera en su seno, un sector homogéneo. 

A contracorriente de la muy anglosajona idea de gobernanza, que considera al conflicto como una anomalía y que debe ser evitado a toda costa, el célebre académico Antonio Azuela ha propuesto una postura de realismo jurídico que parte de la constatación de que el conflicto [territorial] es parte del orden social. Por lo tanto, se debe aprovechar la confrontación civilizada de posturas ideológicas y su corolario en el espacio urbano, pues de ellas salen fortalecidas el derecho, las instituciones, la vida pública y la ciudadanía. Esto es muy importante tenerlo en cuenta porque es el signo de los tiempos. Ahora es más difícil gobernar y dejar huella en el territorio, dado que, un colectivo, mientras más informado esté, más exigente se hace a fin de que sus derechos se hagan valer; y ese es el caso de la sociedad yucateca.

Con este telón de fondo quiero analizar cuatro disputas sociales (simbólicas, ideológicas, territoriales) que tienen como escenario Paseo de Montejo. Ellas han marcado parte de su fisonomía actual, la de este siglo XXI.  Éstas se han dado en función de lo que se supone (depende quién lo suponga) debe ser su uso, disfrute y aprovechamiento. Obviamente la idea de esto nació con la actual discusión en torno a las ciclovías, pero ha de remontarse más atrás para lograr una comprensión cabal del asunto, que no es nuevo ni es un caso aislado.

Las disputas a las que hago alusión las voy a abordar en textos sucesivos y en estricto orden cronológico, de lo anterior a lo posterior: la erección del monumento a los Montejo, la construcción del así llamado Paso Deprimido, la supresión del Carnaval de Mérida en sus calles, y más recientemente, la creación de ciclovías. Todos estos eventos paradigmáticos han dejado claro que no es fácil lograr los consensos para gobernar ni siquiera un pequeño ámbito de la ciudad pues, aunque el estado de derecho asista a un grupo, no siempre tiene la aprobación de otros sectores sociales.

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Este trabajo especial de Ricardo López Santillán es el primero de cinco entregas, lea las otras notas aquí: 

Segunda: El monumento a los conquistadores

Tercera: La disputa por Paseo de Montejo: El paso deprimido

Cuarta:  El carnaval de Mérida

Quinta: Las ciclovías

Edición: Estefanía Cardeña