Las ciclovías

Ricardo López Santillán

La última disputa que quiero tratar es la que, de entrada, más sorpresa me causó, debo aceptar. No imagino que en una ciudad que se pretende moderna, incluyente y segura para sus residentes, y, además, atractiva para los visitantes, pueda haber tanta resistencia para la construcción de ciclovías. Sólo conocía un caso similar, el de Morelia, pero nunca imaginé que, en Mérida, grupos que me parecen incluso bastante afines a los gobiernos estatal y municipal, se mostraran tan reticentes, incluso abiertamente hostiles a estas propuestas. 

Los detractores de la red de ciclovías sugieren que el gobierno del estado y la alcaldía son muy complacientes con los ciclistas, muchos de entre ellos turistas y los nuevos habitantes extranjeros y no es a ellos a quien debe dirigirse la obra pública, en detrimento de los residentes y los comerciantes de más larga data. Una buena parte del sector empresarial señala que se bloquean los accesos a sus negocios y apuntan algunos errores en el diseño (que los hay, pero que se pueden enmendar). Incluso recién se han formado asociaciones cuyo único objetivo es frenar el avance en la construcción de las ciclovías, como la Coordinadora Ciudadana de Yucatán (conformada por dueños de hoteles, empresarios diversos y ciudadanía en general) que a inicios de mes mandó una carta al alcalde para suspenda las obras, hasta que no se revisen “las fragantes violaciones al estado de derecho” en las que incurren, exigiendo que este proyecto, el de los maceteros en el Centro Histórico y las nuevas paradas de autobuses sean votados por el Cabildo.

Recién este grupo inició una encuesta a través medios electrónicos para que, supongo, si el resultado es como lo imaginan, solicitar al Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Yucatán que lleve a cabo una consulta ciudadana para decidir cívicamente y por voto sobre estos temas. Por el momento, la prensa local es el principal escenario de la confrontación, aunque parece que ya escaló a tribunales. La Fundación Paseo de Montejo interpuso un amparo para frenar el proyecto. Desconozco si fue sólo amenaza que se publicó en los diarios locales o comenzó el litigio. Cabe destacar que no parece que se estén manifestando en contra de toda la red de 71.7 kilómetros de ciclovías, ya muy visible por la ciudad; da la impresión de que la controversia se centra en el tramo de Paseo de Montejo. En general, ven en el proyecto en marcha sólo perjuicios (por ejemplo, la reducción de un carril vehicular y el supuesto aumento del tráfico por el embudo que esto genera).

Según el último Censo de Población y Vivienda registra que Yucatán es el estado del país con más bicicletas por vivienda. Ciertamente se trata de un medio de transporte muy socorrido en la región. La bici se usa mucho en Mérida y no sólo en las comisarías. Cierto es que los ciclistas corren muchos riesgos de accidente por la imprudencia y falta de pericia de los conductores de automotores (a veces también por la imprudencia e impericia de ellos mismos), pero es justo y necesario hacerles una vía confinada en la que su integridad física no corra riesgos. Está incluso previsto por ley: el Senado aprobó en septiembre del año pasado una reforma al artículo 74 de la Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, para ponerlo en sintonía con los compromisos de derecho internacional, más específicamente, el punto 11 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. En la reforma se pretende que los tres poderes de gobierno pongan en marcha acciones de movilidad urbana para que las ciudades sean inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. La bicicleta lleva la batuta en este concierto.

Además del marco jurídico nacional que lo garantiza, activistas nacionales como Bicitekas, internacionales como Greenpeace, y grupos locales como Cicloturixes, entre otros, aplauden alegremente la decisión de seguir con el proyecto, al igual que varios académicos y analistas en la prensa local. El Consejo Coordinador Empresarial de Yucatán, también ve con buenos ojos las bici-rutas. En general, estos grupos, yo me incluyo, vemos los beneficios, tales como los relativos a la salud de las personas por la actividad física, además de la disminución del uso del automóvil para recorridos cortos, por lo tanto, menos contaminación ambiental y menos tráfico.

Disentir es un derecho, como también lo es ir a tribunales por una decisión de gobierno que puede ser contraria a los intereses legítimos de los gobernados, sin embargo, creo que los detractores del proyecto están poniendo en riesgo un modelo de ciudad y de movilidad interna que ciertamente es más amigable con las personas y con el entorno. En esa lógica, este forcejeo tiene los tintes que prefiguran el ambiente electoral de la disputa por la alcaldía.

[email protected]

Este trabajo especial de Ricardo López Santillán es el quinto de cinco entregas, lea las otras notas aquí: 

Primera:  La disputa por Paseo de Montejo

Segunda: El monumento a los conquistadores

Tercera: El paso deprimido

Cuarta: El carnaval de Mérida

Edición: Ana Ordaz