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El carnaval de Mérida

Montejo, en disputa
Foto: Enrique Osorno

Ricardo López Santillán

Hasta el 2013, el Carnaval de Mérida tenía como sede el Centro Histórico y Paseo de Montejo, convirtiendo a ésta última durante estos días, en el principal derrotero de los carros alegóricos, en sede de casi todos los conciertos al aire libre y en una monumental cantina a cielo abierto. Este evento, de larga tradición, no siempre se celebró en el mismo espacio. Además, en algún momento difícil de definir, la celebración de las fiestas carnestolendas dejó su pasado eclesiástico (o pagano) y tomó un giro comercial muy evidente. El desfile sobre avenidas céntricas de la ciudad se apuntalaba gracias a acuerdos entre instancias de gobierno con las empresas que financiaban los carros alegóricos, con medios de comunicación, entre ellos, estaciones de radio que traían artistas, empujados por las empresas refresqueras y cerveceras, y complementados por puesteros y vendedores ambulantes de comida, de antojos y golosinas con la concesión de vender esos días sobre las calles del Centro y sobre Paseo de Montejo.

Al paso del tiempo y dadas las aglomeraciones, mucha gente, la mayor parte de ellos vecinos de la zona, así como algunos empresarios, gracias al apoyo de medios locales, hacían visible su enfado por las incomodidades que provocaba esta enorme fiesta con final de bacanal a la vista de todos. Las quejas más amargas, siempre con razón, reportaban el saldo de daño a árboles, mobiliario urbano, fachadas, autos estacionados en las cocheras privadas, incluso en doble fila, además de las toneladas de basura tiradas en el piso, por no mencionar explícitamente a la gente borracha haciendo desfiguros. En la lista de nuisances también se incluía la música a altos decibeles hasta ya muy entrada la noche. Todas estas situaciones las atestigüé en primera persona. La dependencia universitaria en la que trabajo está a unas cuadras de Paseo de Montejo. Los lunes y martes de Carnaval eran bastante caóticos por el rumbo, debo reconocer. Sin embargo, esto me permitió en ocasiones salir del trabajo, echar una caminada y unirme a la celebración. Por un rato, privaba la diversión; pasado un tiempo, el ambiente se hacía denso, no apto para niños ni para personas susceptibles.

Esta disputa la ganaron los higienistas, independientemente de su filiación partidista. Finalmente, el Carnaval es un evento masivo del que gustan sin distinciones amplios sectores de población, Los foros de discusión para la eventual reubicación del derrotero del Carnaval se iniciaron en la alcaldía de Angélica Araujo, del PRI. La decisión gubernamental fue tomada, pese a la resistencia de ciertos sectores de población, por Renán Barrera, del PAN, en el ejercicio de su primer periodo de gobierno como presidente municipal de Mérida.

A partir del 2014, el derrotero del carnaval fue confinado en el espacio en el que se celebra la fiesta ganadera más importante del estado, en una ex comisaría ejidal conurbada, ahora colonia, al sur de la ciudad. Ahí se habilitó esta especie de Sambódromo que se denominó Plaza Carnaval. Si mi memoria no me falla, las dos o tres primeras ediciones del Carnaval en Xmatkuil congregaron, los días de la celebración, a manifestantes en el Monumento a La Patria. Muchos nostálgicos querían que la fiesta volviera a Paseo de Montejo, y la quisieron celebrar por su cuenta, pero sin mayor eco. Se ha optado porque siga en un espacio más ad hoc. Atrás quedó una larga historia de celebrar en la avenida más representativa de la ciudad ¿Fue para preservar el patrimonio histórico? ¿Para respetar la propiedad privada? ¿Para tener a la gente en un espacio más controlable? ¿Para incluir en la celebración los juegos mecánicos?

Como sea, parece una decisión ya ampliamente aceptada por la población citadina. Se extrañó el Carnaval 2021, ya que por pandemia no hubo fiesta ni en Xmatkuil, ni en Montejo ni virtual. En cualquier caso, creo que esta es una disputa con resultado definitivo. No veo a ningún candidato a la alcaldía con opciones reales de triunfo, explotando la idea nostálgica de traer el Carnaval de vuelta a Paseo de Montejo.

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Este trabajo especial de Ricardo López Santillán es el cuarto de cinco entregas, lea las otras notas aquí: 

Primera:  La disputa por Paseo de Montejo

Segunda: El monumento a los conquistadores

Tercera: El paso deprimido

Quinta: Las ciclovías

 

Edición: Ana Ordaz 


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