Oscar Muñoz
Desde las ciencias del lenguaje, han sido utilizados algunos conceptos clave para entender la lectura. Tales conceptos son la interpretación, la comprensión y la distancia. Por ejemplo, el filósofo Heidegger refería el significado de leer: “Lo que guía en la lectura es la reunión, una reunión sobre lo escrito. La auténtica lectura es la reunión sobre aquello que ya ha reclamado desde antes nuestro ser…”. Así, la lectura es una reunión entre un sujeto con capacidad para conocer y un objeto por ser conocido.
En esta reunión entre el sujeto y el objeto de la lectura sucede la comprensión, cuando la relación ocurre del sujeto (lector) hacia el objeto (texto) y, al mismo tiempo, del objeto al sujeto. Por eso, comprender es un proceso circular. Entonces, para Heidegger, comprender es salvar la distancia entre el sujeto y el objeto. La comprensión es algo que nos constituye en esencia, es decir, la comprensión es un existencial. Nuestra existencia se da cuando, entre otras cosas, comprendemos.
Por otra parte, al ser humano lo constituye interpretar. Nuestro oficio más recurrente como seres humanos es comprender e interpretar. La relación entre nosotros y el mundo, entre sujeto y objeto, es una relación constitutiva. Es decir, nuestro conocimiento del mundo nos afecta en una doble dirección: al comprender el mundo nos comprendemos a nosotros mismos y, al comprendernos mejor a nosotros mismos, comprenderemos mejor el mundo.
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Cabe destacar que, según Heidegger, sólo podemos comprender el objeto en la medida en que de este objeto tenemos una comprensión previa. Esta pre comprensión es el bagaje indispensable que permite el acercamiento del sujeto al objeto, entenderlo y comprenderlo. Y en este comprender, nos comprendemos a nosotros mismos y, por ello, adquirimos auto-comprensión.
Por otra parte, la distancia histórica que prevalece entre la comprensión previa del objeto y la comprensión cabal del mismo, sólo puede ser salvada al ser reconocida y recorriéndola en la interpretación. La distancia es la única que permite una expresión completa del verdadero sentido en las cosas. No sólo el lector, también el objeto está situado en un horizonte de comprensión que lo determina y permite que sea interpretado desde su espacio y desde su tiempo. De esta manera, será posible comprender, es decir, actualizar el sentido del objeto en nuestro presente, y así renovar nuestra auto-comprensión.
Al parecer, para alcanzar la autocomprensión como seres existenciales, la lectura y sus implicaciones no sólo permite los procesos de interpretación y comprensión, sino también impulsa la movilidad de las personas en el tiempo y el espacio, lo que facilita la integración de los contextos históricos y culturales en la gente. En este sentido, la lectura y sus procesos inherentes son parte de la comprensión del mundo y de sí mismos. Ante ello, resultaría un atentado contra el ser existencial que la lectura sea desdeñada de toda su carga y sólo sea considerada como parte del aprendizaje de una habilidad más, como podría ser saltar la cuerda. Las instituciones escolares y culturales tendrían que tomar en cuenta todo lo que implica leer, para valorar la actividad como creadora de esencia humana en su contexto social inmediato. Debe existir un programa de lectura más allá de los escolares
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