Yassir Rodríguez Martínez
Existen varios elementos que de manera constante aparecen en la representación de la población maya de Yucatán: la pobreza, vulnerabilidad, marginación y necesidad de desarrollo. Diversos discursos académicos, políticos y periodísticos dan cuenta de la necesidad de llevar el desarrollo a las poblaciones mayas de Yucatán y con ello aminorar sus condiciones de pobreza y vulnerabilidad. A últimas fechas, estas condiciones se han agudizado por múltiples factores: la pandemia por Covid-19, el Estado neoliberal -caracterizado por la desregulación de los mercados y la privatización- y el aún vigente modelo de desarrollo basado en la lógica arriba hacia abajo (top-down) -que ubica los recursos naturales como recursos eminentemente económicos-. En este marco, considero fundamental plasmar algunas consideraciones en torno a la población maya y las políticas públicas que debieran estar posibilitando la mejora en sus condiciones de vida.
Una primera situación problemática considero es la heteropercepción imperante hacia la población maya, es decir, lo que los no mayas perciben y dicen de ellos. En el caso del pueblo maya, la heteropercepción implica una serie de discursos y prácticas que se ejercen sobre ellos y que los posiciona como sujetos pobres, marginados y vulnerables por su propia condición étnica y no por una cuestión de carácter histórico-estructural. Dicha heteropercepción, en “negativo”, opera como obstáculo en la consideración de los sujetos como actores claves en el diseño e implementación de políticas públicas. Históricamente, han sido objeto de éstas, más no (co)partícipes de su elaboración e implementación. Esto conlleva, una segunda consideración importante, la constante negación de sus saberes y capacidades: saberes agroecológicos, saberes vinculados a procesos de salud-enfermedad, capacidades organizativas, de identificación y resolución de problemas, etc. En su conjunto esto implica la negación de la capacidad de creación cultural, política y social de los diversos grupos que ocupan o forman parte de un territorio, como lo es el caso de la población maya. También implica una cerrazón a considerar las propias voces del pueblo maya en torno a lo que se corresponde con su bienestar.
Derivado de lo dicho, considero que es indispensable conocer cómo los actores del pueblo maya conciben formas de vida particulares asociadas a la idea del bienestar o el buen vivir, formas de vida deseables para ellos y ellas. Es importante acercarse a lo que las personas identifican como significativo para sentirse bien.
En este sentido, en la elaboración e implementación de políticas públicas sería deseable que los sujetos no sean concebidos solamente como objeto sino como sujetos que poseen agencia; es decir, que poseen la capacidad para definir sus propios objetivos, trazar sus propias metas de bienestar y así influir en el estado de las cosas que les afectan (Kotan, 2010). Es fundamental transitar del sujeto entendido como objeto de política pública al sujeto entendido como actor que planea, implementa y coopera libremente en la búsqueda de su bienestar colectivo.
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