Valeria Maldonado
La seguridad alimentaria se considera una de las principales problemáticas que alertan y hacen un llamado urgente a instituciones gubernamentales, no gubernamentales y asociaciones civiles a realizar la creación de políticas públicas integrales y acciones estratégicas adecuadas a los contextos sociales y culturales. Dichas acciones solicitan reflexiones profundas, multidisciplinarias e interculturales.
En el caso de Yucatán, luego de la pandemia, los niveles de inseguridad alimentaria aumentaron en las comunidades rurales, principalmente debido a las evidentes desigualdades sociales que existen históricamente, junto con el racismo estructural, que impacta directamente en la seguridad y garantía alimentaria.
Por este motivo, se han concentrado en estas poblaciones la implementación de programas alimentarios siguiendo una lógica asistencialista. Es importante cuestionar estas prácticas poniendo en juicio las deficiencias y los efectos adversos de estos programas, ya que, como mencionamos antes, las políticas públicas deben ir encaminadas hacia una integración del contexto en el que se sitúa la problemática.
Actualmente, "los programas están pensados para transferencias monetarias de baja denominación con un conjunto de condicionamientos establecidos en las reglas de operación de cada programa" (Olvera, Schmook, Radel, Nazar, 2017).
Entre las deficiencias que estos programas alimentarios pueden presentar se encuentra la dependencia continua que se genera a corto o mediano plazo, pues es bien sabido que cada rotación de partidos políticos trae consigo cambios administrativos que debilitan la gestión y el sistema de programas de apoyo social o, en su defecto, simplemente desaparecen.
Esto genera un sentimiento de incertidumbre y desgaste emocional en las personas beneficiadas, a quienes no les es suficiente el monto otorgado, pero sí necesario. En ese sentido, resulta absolutamente contrario a los objetivos perseguidos por los programas que pretenden garantizar la seguridad alimentaria. La seguridad alimentaria es un concepto tan complejo como la implementación de acciones que pretenden garantizarla.
Además, se observa ausencia de enfoque integral, ya que a menudo se centran exclusivamente en proporcionar alimentos, sin abordar otros aspectos en la vida de las personas en situación de vulnerabilidad, como la vivienda, la atención médica o la educación entre otras problemáticas que generan una profunda ruptura en el tejido social e imposibilitan la garantía de la seguridad y soberanía alimentaria.
Hasta ahora, no ha sido posible contar con programas complejos que consideren de manera integral todas las variantes que contribuyen a fortalecer la autonomía de los pueblos y las condiciones plenas para el desarrollo de habilidades en prácticas agrícolas correspondientes al contexto sociocultural.
La falta de enfoque en el desarrollo de programas condiciona a las personas más vulneradas en vez de condicionar el correcto funcionamiento para mejorar los resultados de programas e instituciones que hasta ahora han sido deficientes. Sin contar los registros de corrupción que se han dado a conocer tales como lo es el reciente caso de Selgamex.
Es importante diseñar políticas y programas que atiendan tanto las necesidades inmediatas como las causas subyacentes que vulneran a sociedades y comunidades subordinadas ante los distintos sistemas opresivos, los problemas sociales, brindando oportunidades de crecimiento y empoderamiento a largo plazo.
Síganos en: ORGA, Facebook, Instagram y Twitter
Lea, de la misma columna: Oportunidades diferenciales: techos, pisos y escaleras
Edición: Estefanía Cardeña
Jueza adscrita al penal estatal de Chalco amplió a octubre la etapa del cierre de investigación
La Jornada
Unos 3 mil productores serán beneficiados con sistemas modernos y eficientes
La Jornada Maya
Robert De Niro recibirá una Palma de Oro honorífica en el evento
Ap / Afp
Amenazó con suspender bienes y salarios a los más de 10 millones de indocumentados
La Jornada