“Jambo” es el ¡hola! con el que los habitantes de Kenia nos reciben cada vez que nos cruzábamos con ellos en los pasillos de los hoteles y en los safaris fotográficos de la gran sabana africana agradeciendo nuestro deseo de conocer su hermoso país.
El parque Nacional de Ambroseli en Kenia, con cerca de 392 kilómetros cuadrados, tiene una parte de frontera abierta con Tanzania, para el cruce de las manadas de elefantes, que van y vienen sin pasaportes ni permisos.
Christopher, nuestro guía, nos platicaba de manejos bajo el agua en la venta de tierras para utilizarlas en la agricultura, cercadas por empresarios, quienes olvidan que desde los inicios de los tiempos los elefantes las han utilizado para cruzar los límites del país en búsqueda de su alimento. Los guías de turistas se han manifestado en contra, aduciendo que el turismo es la industria número uno del país y que temen que los elefantes, –uno de los Cinco Grandes, que un safari que se respete debe ofrecer junto con el león, rinoceronte, búfalo y leopardo–, decidan quedarse del lado de Tanzania y disminuyan las visitas de los animales favoritos de los visitantes.
Los elefantes viven en manadas y son muy protectores con sus crías que llegan después de 22 meses de gestación. Ellos caminan infinidad de kilómetros en buscan de manantiales y hierbas frescas para su dieta que les pide 250 kilos diarios de estas y un promedio de 150 litros de agua. Viven alrededor de 60 años, aunque los problemas con sus dentaduras, algunas veces, adelantan su partida, porque el perderlas les impide masticar y terminan muriendo de hambre.
Hay jerarquías en la manada. Los elefantes mayores educan a los jóvenes y cuando estos están listos, se van a formar otras manadas. Aunque en realidad, para sobrevivir, la que sostiene al grupo, como sucede en la mayoría de nuestras familias, es la matriarca, que guía a la manada hacía el agua y los pastizales, atiende el cuidado de las crías y el equilibro emocional del grupo.
Si alguno cae en una zanja y le cuesta trabajo salir, la manada lo rodean y comienzan a emitir sonidos distintos a la “normalidad”, para llamar la atención de los rangers del parque y estos llegan para conocer la dificultad y buscar apoyo. No es fácil: algunos elefantes llegan a pesar seis toneladas. A su muerte, toda la manada lo rodea para realizar una ceremonia de despedida.
Jambo ALMA
Llegó el 9 de abril, fecha donde el ganador del premio ALMA “Astrid Lindgren Memorial Award”, desde Estocolmo, Suecia y la Feria del libro en Bolonia, donde fue dado a conocer, situación que nos tenia a los 245 nominados de 68 países algo nerviosos por la posibilidad de ir a recibirlo en mayo de manos de la princesa Victoria, heredera al trono de ese país.
Para calmar las ansias, volví a ver los videos que subí a mi página margaritarobleda.com.mx “¿Quién es Margarita Robleda?” y “Letras con sentido”, para que el jurado conociera un poco mi propuesta y recorrido de los últimos 45 años. Al concluir, agradecí al Premio haberme invitado a reflexionar sobre la vocación y sentido de mi vida y esto me llenó de paz; con o sin premio, mi paso no había sido en vano.
A la hora señalada, en el enlace de la organización me enteré qué fue una fundación que promueve la literatura en los pueblos indígenas de Australia la seleccionada. Siempre tuve muy claro que tenía todo para ganar en mi calidad de escritora, narradora oral y promotora de la lectura, pero que también que había otros nominados con talento y propuesta suficiente para hacerlo.
La vida fue muy generosa porque la visita de esa tarde fue a una aldea Masai Mara y mi contacto con los niños, a través de cuentos y canciones, me confirmaron la importancia de mi vocación al hacer “Lagartijas a las neuronas y cosquillas al corazón”. Con gran habilidad para los idiomas, los chiquitos cantaron conmigo mi cuento: “Este soy”. ¿Habrían escuchado español antes? No hay duda, lo que comunica es el idioma del amor. Lo importante es comunicarnos, no alejarnos por defender posturas. Los viajes ilustran.
El alma que me gané fue la estafeta que me dio desde la galaxia en que habita la autora sueca homenajeada Astrid Lindgren para continuar nuestra vocación de ensanchar el horizonte de los niños y jóvenes, a través de la alegría y la esperanza.
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