Opinión
La Jornada Maya
04/08/2024 | Mérida, Yucatán
La historia se escribe todos los días, pero los hechos ocurridos en algunos días en particular marcan un antes y un después en el desarrollo de las naciones. Así, este sábado, con la puesta en operación de la refinería Olmeca, que ha iniciado con una producción inicial de 17o mil barriles de refinación diarios y en tres semanas saltará a 305 barriles al día, es la demostración de que México no tiene por qué ser un importador de combustibles.
No ha sido fácil, pero la refinería de Dos Bocas se une a los proyectos que la administración de Andrés Manuel López Obrador deja en operación, a pesar de las voces de la oposición que a coro sostuvieron que eran imposibles e inútiles. Así, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y el Tren Maya van aumentando paulatinamente la cantidad de pasajeros transportados, y próximamente incrementarán su movimiento en cuanto ingresen a los circuitos de traslado de mercancías. La refinería apenas arranca y su producción es todavía mínima, pero seguramente veremos que a mediano plazo podría destinar al mercado internacional una buena parte de los combustibles producidos.
Por otro lado, la crítica también se ha centrado en el costo de estas obras. Cada una de ellas, es necesario decirlo, ha enfrentado diversos factores que han obligado a destinarles más recursos; esto incluye las promociones legales que diversas organizaciones hicieron a fin de detener los trabajos, sin importarles el beneficio. Es entendible también: el actual gobierno prometió desde su inicio que promovería la transformación del país y que ésta implicaría cambiar de modelo económico y las grandes obras de infraestructura representan eso; la creación de oportunidades para generar mayor desarrollo.
Igualmente, desde la campaña de 2018 se prometió que la apuesta sería por la recuperación de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), una cuestión que todavía no se cumple del todo, pues ambas paraestatales continúan enfrentando dificultades, particularmente esta última en el sureste, donde ha sido patente que las líneas de transmisión de energía eléctrica ya resultan insuficientes para la población e industrias instaladas en la región.
Volviendo a Pemex, cabe recordar que desde la década de 1990 acumula una larga lista de acciones que, en nombre de la eficiencia y la especialización, fueron despojándola de varias funciones hasta dejarla prácticamente limitada a la extracción de petróleo, mientras que las múltiples actividades de lo que se dio por llamar “petroquímica secundaria” fueron entregadas a la iniciativa privada. La paraestatal, durante prácticamente 30 años, fue concebida como una empresa dedicada a la explotación de yacimientos y la venta de crudo, a la par que se abandonó la inversión y hasta el mantenimiento de las refinerías que se tenían.
Que la refinería Olmeca ya se encuentre en operaciones es también señal de que el Estado está recuperando su papel como rector de la producción y distribución de energéticos, lo que es también su obligación constitucional. En cuanto a que para ello haya sido necesario invertir 16 mil 816 millones de dólares, siempre será necesario comparar con lo que se ha hecho en otros países. Lo importante será también que los mexicanos veamos un beneficio en cuanto al abasto y distribución de energía.
A la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, corresponderá la responsabilidad de consolidar estas grandes obras y también de emprender otras a fin de garantizar la autosuficiencia del país en materia de energía, al igual que la alimentaria. Eso será el segundo piso de la Cuarta Transformación.
Edición: Fernando Sierra