Opinión
La Jornada Maya
18/08/2024 | Mérida, Yucatán
Este domingo se conmemoró el vigésimo aniversario luctuoso de Víctor Cervera Pacheco, tal vez el último gran personaje de la política yucateca y quien sin duda define una época para la historia del estado. Se trata del último gran cacique que ha tenido Yucatán, siempre y cuando se acepte como “cacique” al individuo que tiene la capacidad de llevar a cabo un modelo de transformación y desarrollo de una entidad, pero cuyo alcance está limitado a ese espacio geográfico y a la vez político.
La trascendencia de su figura en la política local va mucho más allá de lo ocurrido hace 20 años. El análisis de la época le corresponde a la historia, y al respecto hay una deuda pendiente. Considerando que para hacer este análisis deben recuperarse varias facetas del individuo, que incluyen su historia personal, su poder de convocatoria, el proyecto de desarrollo regional que impulsó, y su estilo particular de ejercer el poder, podría concluirse que la relevancia de Víctor Cervera Pacheco es solamente comparable a otra gran figura de la política local pero que se remonta al siglo XIX: el general Francisco Cantón Rosado.
Quien revise el libro Las razones de la “alternancia”, el relevo de los gobernadores en Yucatán (1876 -1901), obra de la doctora Marisa Pérez de Sarmiento (México, 2008, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora), quedará con la impresión de que los “liberales” de entonces vivían con el pendiente de qué estaba haciendo el general Cantón, quien era tenido como líder del grupo conservador, y quien no obstante a esa “tacha” llegó a ocupar la gubernatura de Yucatán con el beneplácito del entonces presidente Porfirio Díaz.
Algo semejante ocurría con Cervera Pacheco: todos los grupos políticos y empresariales se encontraban al pendiente de sus movimientos. La gran sorpresa fue su retorno a la política local, en 1995, luego de haberse descartado para contender por la gubernatura en ese año.
Así pues, para hablar de Víctor Cervera Pacheco, incluso cuando lleva dos décadas de ausencia física, todavía se requiere de mucho tacto. Como personaje, lo menos que puede decirse de él es que resulta polémico. Odiado por algunos, amado incondicionalmente por otros. En su partido, el Revolucionario Institucional, no faltaba quien expresara su jerarquía de lealtades con un exaltado “¡Yo no soy priista, soy cerverista!”, y esto porque su estilo personal del ejercicio del poder desafiaba lo conocido hasta entonces.
Difícilmente podamos hablar de un ideario cerverista, con todo y que en alguna ocasión las diputadas locales Mirna Hoyos Schlame y Lucely Alpizar Carrillo indicaran que el cerverismo no era una corriente política sino una doctrina filosófica, no contamos con un testimonio de primera mano que nos permita dilucidar cuál era la visión de Yucatán que tenía Cervera Pacheco. Lo que sí es cierto es que mucho de lo que hoy presume el estado y la infraestructura que se construyó durante sus dos periodos de gobierno continúan siendo puntales del desarrollo de la entidad. Basta nombrar dos aspectos: la estrategia de seguridad, a cargo del comandante Luis Felipe Saidén, inició con él; luego está la creación del Puerto de Altura de Progreso, el cual ha sido ampliado y mejorado, pero de ninguna manera es la obra inútil que sus críticos decían, cuando comenzó su construcción.
Pero también será necesario que quienes escriban la historia abarquen mucho más que el impacto de su obra. Ahí están sus críticos y quienes promovieron el odio contra él y su estilo de ejercer el poder. La prensa de la época tiene mucho que ofrecer para quienes pretendan historia la polémica; pero también deberá analizarse la continuidad de muchos de quienes fueron sus colaboradores y discípulos, los cuales se encuentran hoy repartidos en todas las fuerzas políticas.
Las investigaciones tal vez lleguen a una conclusión: Si algo distinguió a Víctor Cervera Pacheco fue su modo de hacer política, porque tal vez se trate de uno de los últimos personajes que sentían la política en la yema de los dedos y que la entendían como un accionar desde el territorio. Sin duda fue uno de los últimos “hombres fuertes” creados por el sistema mexicano, pero se trató de uno muy distinto a los caciques más tradicionales, como los Figueroa de Guerrero. Más que temido, Víctor Cervera fue querido también por ese modo de llegar personalmente a las poblaciones más aisladas, encabezando a su comitiva para atravesar terrenos inundados porque realmente era imposible llegar al destino sin mojarse. Jamás pensó en la foto, sino en alcanzar a las personas que habían sido afectadas por una tormenta o huracán.
A veinte años de su fallecimiento, la figura de Víctor Cervera sigue siendo referente para los yucatecos, y así seguirá aunque se retiren las placas de las obras que dejó. Tan es así que políticos como la hoy presidenta electa han buscado el apoyo de su familia. Los homenajes luctuosos tal vez ya no tengan las dimensiones de los primeros años y hayan quedado reducidos a una misa, pero el legado continúa ahí, y se le reconoce.
Edición: Fernando Sierra