Opinión
Felipe Escalante Tió
17/09/2024 | Mérida, Yucatán
Un día como hoy, en 1910, era inaugurado el Parque del Centenario. A las ocho y media de la mañana, según anticipaba el programa publicado en el Diario Oficial del Estado de Yucatán el 13 de septiembre de aquel año. En el lugar, según nos deja saber la misma publicación, “ha sido colocada la fuente de mármol ofrendada por la Colonia Cubana a la ciudad de Mérida”.
En realidad, México había recibido varios regalos con motivo del centenario de su independencia. El obsequio por parte de la comunidad cubana era en realidad un agradecimiento a Yucatán, que en distintas ocasiones había sido refugio de partidarios de la libertad de la isla, que formalmente se consiguió hasta 1901. La fuente sigue en pie, en un lugar bastante íntimo del parque, en el que vale la pena detenerse para disfrutar del ambiente.
Hace 114 años, el gobernador Enrique Muñoz Aristegui, en compañía de funcionarios públicos estatales y federales, estaría a cargo de la inauguración, y el acto lo amenizó la Banda de Música del estado. El mensaje desde la tribuna estuvo a cargo del señor Enrique Aznar y Mendoza.
Cabe aclarar que la Banda de Música del Estado estuvo sumamente ocupada entre el 14 y el 18 de septiembre, pues debió acudir a varios actos protocolarios y cada noche ofreció una serenata en la Plaza de la Constitución. Así, a las 17 horas del día 15, en el parque de San Cristóbal, los músicos estuvieron presentes para la ceremonia de develación del monumento a la memoria de don Joaquín García Rejón, el cual debía descubrir el gobernador con los primeros acordes del Himno Nacional Mexicano. Seguido de ello, la banda alternaría con tres oradores, de los cuales dos eran damas, y cerraría con el Himno Patriótico Yucateco. Luego, de ocho a once de la noche, la misma banda se presentó en la Plaza Grande para una serenata, tras la cual “el Sr. Gobernador del Estado acompañado de los funcionarios y empleados públicos, se dirigirá al balcón principal de este edificio [el Palacio de Gobierno] y tremolando nuestra gloriosa enseña vitoreará a la Independencia Nacional y a los héroes de la Libertad de México”.
Volviendo al Parque del Centenario, el programa se había discutido desde varias semanas antes de su publicación en el Diario Oficial. En las páginas del Diario Yucateco se publicó, precisamente, cómo habían sido estas discusiones. Así, en su edición del 22 de julio de 1919, encontramos una serie de agendas acerca de “Las fiestas del Centenario”. Estas pequeñas notas refieren a las actividades de las distintas comisiones organizadoras, siendo una de ellas la encargada de la plantación de un “árbol del centenario”.
Esta comisión estuvo compuesta por Joaquín García Ginerés, el comisionado de jardines, Ildefonso Gutiérrez; don José E. Marín, inspector de jardines, don Delfín Pérez y el abogado Emilio García Fajardo. El Diario Yucateco continuaba: “Esta comisión escogerá el lugar en que haya de verificarse la plantación. Con tal motivo unos opinaron porque el ‘pich’ es el árbol que alcanza mayor edad; otros por el mamey; otro manifestó su preferencia por el ramón y los menos por el saramuyo. La comisión escogerá el árbol que más le cuadre”.
Una semana después, el 30 de julio, el caricaturista del Diario Yucateco -que no firmaba, pero por otras fuentes sabemos que fue un joven de nombre Bernardino Mena Brito, quien después combatió durante la Revolución a las órdenes de Venustiano Carranza y destacó como escritor -retomó aquella discusión y la transformó en un relato en viñetas que obedece al formato de la historieta.
Mena Brito no fue el primero en publicar una historieta en Yucatán. Sin embargo, las cuatro que hizo para el Diario Yucateco son las mejor estructuradas que hasta entonces se habían elaborado. Con gran habilidad, aunque muy poca técnica para el dibujo, el ilustrador convirtió el episodio en una narración que hasta la fecha resulta risible, si se conoce un poco acerca de las propiedades de cada planta que supuestamente se propuso, así como algunos juegos de palabras.
Las propuestas que pretendidamente se hicieron pasan por el cocoyol, rechazada porque “temióse que en esto algún malicioso viera una alusión a ciertas gentes que no son amigas de contribuir para cosa alguna”; o el “miembro de todas las cofradías y hermandades” que anunció que sólo votaría por el ‘bonete’; el “radical rojo” que sacudiendo la melena alegaba que “el sagrado laurel o el alimenticio ramón eran los que él indicaba para el caso”, o el “coro de presupuestívoros” que gritaba en pro del mamey. En fin, la historieta es testimonio de cómo algunas cosas aparentemente sencillas terminan por complicarse sólo porque no se le puede dar gusto a todos.
Lo triste de la historia es que, después de tanta discusión, el árbol del centenario ya no es el que se sembró en 1910. El huracán Gilberto se encargó de derribarlo y en su lugar tenemos un zapote; pero eso es tema de otras noticias, y otros tiempos.
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Edición: Fernando Sierra