Opinión
La Jornada Maya
24/10/2024 | Mérida, Yucatán
En la carretera Escárcega-Villahermosa, a siete kilómetros de la localidad Ojo de Agua, un conductor intentó esquivar un inmenso bache y perdió el control del volante; el automóvil se salió de la carretera y volcó. En este accidente, que sucedió la madrugada del lunes,
fallecieron dos maestras campechanas y otras tres más resultaron gravemente heridas.
Este incidente causó tristeza y consternación, tanto en la región de Camino Real, de donde eran originarias las educadoras fallecidas, como en Palizada, donde daban clases. Un día después del suceso, la gobernadora Layda Sansores exigió a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SICT) la reparación de las carreteras:
“No queremos más muertos”, señaló durante el Martes del Jaguar.
En estas semanas se ha evidenciado el mal estado de las vías en muchas entidades del país; además de los baches en carreteras, estos son notorios en las ciudades, donde ya no sólo dificultan el tránsito sino también han causado daños materiales —suspensiones rotas, llantas reventadas— y accidentes con lesionados. Los tres estados de la Península de Yucatán son de los más afectados.
Una de las causas de estos desperfectos es la inusual temporada de lluvias. Por poner un ejemplo, sólo en Mérida ha llovido más del doble que en el año pasado 2023, que a su vez registró un aumento similar en comparación con 2022. Un porcentaje parecido se ha precipitado sobre Campeche y Quintana Roo. A pesar de que un pasado funcionario minimizó el hecho señalando que los baches son como gremlins, que "se multiplican con el agua”, no sólo las lluvias causan estos desperfectos.
El material de mala calidad utilizado en administraciones pasadas y el aumento del número de vehículos que transita por calles, avenidas y carreteras —tráfico pesado y sobrecarga de automóviles y camiones— son también factores que han convertido a las vías en una zona de minas. Tan evidente es esta situación que autoridades de tres niveles se han puesto manos a la obra.
Continuando con el ejemplo de Mérida, el ayuntamiento incluso ha duplicado los recursos —tanto financieros como humanos— para vacunar a la ciudad contra esa viruela asfáltica. Aunque los esfuerzos son evidentes, parece que Sísifo forma parte de las cuadrillas: apenas termina de tapar un hueco, surge otro, y otro, y otro, en un trabajo que parece no tener fin.
A la iniciativa del ayuntamiento se unió el gobierno de Yucatán, que también puso en marcha un programa propio de repavimentación y, días después, el gobierno Federal anunció el "bachetón", que estará enfocado principalmente a las carreteras. En esta situación, igual se pondrá a prueba el nivel y la calidad de coordinación entre los niveles de gobierno.
La rápida y eficaz respuesta de las autoridades —la mayoría, recién estrenada en su respectivo encargo— está siendo puesta a prueba en estos días. Así como contingencias anteriores marcaron una impronta, la gestión de esta crisis de cráteres será lo que se recuerde —para bien o para mal— en el imaginario colectivo.
Aunque en estos días de lluvia y humedad lo urgente es la reparación de las calles con baches, es importante que, cuando despeje, las autoridades atiendan las causas y eviten que esta situación se replique —y empeore— en los próximos años: un mantenimiento adecuado y constante a calles y avenidas, con materiales más duraderos y de mejor calidad.
Edición: Estefanía Cardeña