Opinión
La Jornada Maya
26/11/2024 | Mérida, Yucatán
La historia nunca se repite, aunque existan semejanzas en ciertas épocas. En 1904 apareció publicado el poema A Roosevelt, del nicaragüense Rubén Darío, texto en el cual se dirigía al entonces presidente de los Estados Unidos, protestando por la intervención de ese país en varias naciones del Caribe. Los campeones de las letras latinoamericanas entonces tenían muy en claro que existían enormes diferencias culturales con el pujante coloso, “el futuro invasor de la América ingenua que aún reza a Jesucristo y aún habla en español”, como precisó Darío.
Más de un siglo después, Donald Trump ha advertido que a partir del 20 de enero, cuando tomará posesión, impondrá aranceles del 25 por ciento a productos de México y Canadá, alegando falta de cooperación en materia de migración y tráfico de drogas. Sus seguidores/votantes, como en el pasado, escuchan la prédica de su líder y vociferan en aprobación, sin reconocer que son el mayor mercado para estupefacientes y que la comodidad de muchos de ellos tiene su origen en la explotación de millones de inmigrantes.
Sin ningún ánimo de hacer poesía, pero sí recurriendo al género epistolar, la presidenta Claudia Sheinbaum ha respondido enviando una carta en la que advierte “no es con amenazas ni con aranceles como se va a atender el fenómeno migratorio en el consumo de drogas, sino con el entendimiento recíproco de estos grandes desafíos”.
En su misiva, Sheinbaum aborda un tema que hasta ahora ha estado fuera del tablero: alcanzar un nuevo modelo de movilidad laboral. Ha sido bastante cómodo mantener el esquema de migrantes legales/ilegales, cuando detrás del fenómeno migratorio hay condiciones de miseria y/o violencia que ya son estructurales en varios países americanos y también en otras partes del mundo, desde las cuales miles de personas se desplazan hasta México o Canadá ansiando llegar a Estados Unidos, pero encontrando muros y migras en las fronteras. Muchos terminan abandonando el sueño americano y conformándose con un trabajo en estos otros países, pero antes de obtenerlo pasan también por grandes penurias y vejaciones. La migración, de una manera u otra, ha pasado a ser un asunto que incumbe a todo el bloque del T-MEC.
Pero igualmente está el tema del tráfico de drogas y la violencia e inseguridad asociadas a éste. No sin falta de razón, Claudia Sheinbaum advierte a Trump que “debe estar al tanto” de que 70 por ciento de las armas incautadas a delincuentes en México proviene de los Estados Unidos. Rifles de asalto, ametralladoras, lanzagranadas e incluso drones se utilizan en abierto desafío al Estado mexicano para asegurar el paso de fentanilo y otros enervantes hacia el mayor mercado en el mundo. Y eso que ha quedado en silencio que para que la “mercancía” cruce las fronteras, debe contarse con la cooperación de alguna autoridad estadunidense, por lo que millones de dólares producto de cohechos y de la venta en las calles se quedan en aquel país.
Y en última instancia, tendrá que haber acuerdos, y cualquiera será mejor que entrar en una escalada de aranceles. Trump, a fin de cuentas, no es otro Theodore Roosevelt, aunque quiera parecerlo.
Edición: Fernando Sierra