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Una refrescante y terrorífica mirada al totalitarismo

Invitación a la lectura de 'Julia'
Foto: Facsímil

A inicios del año pasado, en una noche de insomnio, empecé a ver una película que me activaba recuerdos oscuros y desagradables. En la película, Winston, un personaje que se dedicaba a un trabajo de censor de periódicos, conoce a Julia en medio de un caos del totalitarismo. La trama de 1984 no es especialmente compleja, ya sea en el libro o en la película, pero los paralelismos con las derivas autoritarias de algunas sociedades lo hacen una pieza atemporal que inspecciona en rincones oscuros de la práctica política y de la vivencia en un mundo convulso.

Julia (Planeta, 2024) de Sandra Newman es un regreso al mundo de la novela 1984. Aunque en la portada lleva la leyenda “una nueva versión de 1984 de George Orwell” desde mi perspectiva habría que entenderla como una ampliación a la mirada de la obra, temerosamente delirante y actual. Es curioso como la autora logra que desde las primeras páginas puedas sentir el reencuentro con un viejo amigo que por primera vez se abre a contarte emociones que, luego de décadas, nunca pensaste que podría cargar dentro de si.

Para descubrir todos los cambios que arrastra aquella añeja amistad, también hay que reconocer los cambios propios y darnos cuenta de que, ya no nos parecemos a esa persona que leyó 1984 por primera vez hace cerca de dos décadas y que ahora el mundo desde donde lo leemos es otro, sino radicalmente diferente, al menos con una realidad muy otra. La autora nos acerca con una mirada refrescante a ese mundo futuro de un pasado distante pues, ahora, en lugar de descubrir el mundo a través de los ojos de Winston, lo haremos desde la mirada de Julia.

Tengo que admitir que no extrañaba nada al Gran Hermano, su mirada severa, bigote y duro semblante se me aparecen en algunas pesadillas. Él mira todo lo que estamos viendo desde los ojos de Julia, pero con una profundidad que desconocemos, le tememos como al monstruo que se oculta detrás de las sombras.

Y ante esa mirada surge la maravilla cotidiana, Julia nos permite respirar con su cotidianidad de un mundo en ruinas a través de sus continuas escapadas en bicicleta a la zona de “proles” donde intercambia productos, con las miradas furtivas con amantes conocidos y desconocidos, con sus continuos errores en “yerropensar” y con una mirada al autocuidado que nunca le intuiríamos a Winston que hasta palidece insípido ante la complejidad de Julia.

Desde los ojos de Julia conocemos un poco más de la Pista Aérea Uno, el país antes llamado Inglaterra donde sucede la historia, y conocemos algunas décadas de la historia previa a los sucesos que acontecen en el año que da título a la obra. La novela, dividida excepcionalmente en tres partes, nos permite primero olisquear la esperanza, en la segunda parte nos cachetea con algo que ya conocíamos y en la última nos azota con una realidad confusa.

Sandra Newman resguarda de manera quirúrgica las emociones desagradables que emanan de los tratos que se les da a los personajes en el “Ministerio del Amor” mientras construyen su patética personalidad de nopersonas que salen de aquel terrible lugar. El horizonte llegará un poco más lejos que la historia original de Orwell, de la última parte de la obra solo diré que disipa alguna bruma para dejarnos estupefactos.

Regresar al mundo de Orwell es recordar la consigna “La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud y la ignorancia es la fuerza” y con cada aparición de ese pensamiento contradictorio me pregunté si no está demasiado cerca de los fanatismos políticos de los líderes actuales y sus seguidores que niegan la realidad que les golpea en la cara cuando no satisface las presuposiciones de su propio Gran Hermano.

Y entonces, ¿será que hay alguna esperanza ante el autoritarismo? La obra no nos lo responde, nos siembra dudas y nos pone ante un duro espejo, pero también nos deja observar que en medio de todo lo abrumador, aún puede haber un resquicio para un amor fugaz, para una sonrisa efímera y para un anhelo de futuro.

@RuloZetaka

Lea, del mismo autor:

Edición: Estefanía Cardeña


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