Opinión
Rulo Zetaka
15/07/2025 | Mérida, Yucatpan
Estar rodeado de libros es una de mis más grandes pasiones, se vuelve todavía mayor mi emoción cuando es en una feria donde los libros son el centro de atención, atraen todas las miradas y siempre tienes a alguien a máximo cinco pasos de distancia para hablar de un libro. Entre esos estantes y debajo de una cúpula me hice amigo de Edson, él trabaja para Hachette Livre y llegó en la más reciente FILEY, se sentó junto a mí y como si me contara un secreto me dijo: quiero que leas este libro.
Me entregó La memoria es un animal esquivo (Hachette Livre, 2025) es la tercera novela de María del Mar Ramón, su obra ya había pasado por mis manos porque hace quizá un año le había regalado a mi hermana un ejemplar de su libro Comer y coger sin culpa. Me pareció interesante saber que la autora de un libro de ensayo se pasara a la novela y mi sorpresa fue mayor al descubrir en la solapa que lo más reciente de su obra se plegaba a la ficción.
Hubo un clic inmediato con el texto, y para quienes me conocen podría ser esperado, el concepto de memoria está retratado de manera central en mi trabajo de titulación de la maestría. Creo que inclusive llevo persiguiendo el concepto de memoria desde que era estudiante de licenciatura, hace más de 15 años.
En La memoria es un animal esquivo la autora presenta a un protagonista que ha caminado muchos años por este mundo. Juan Francisco, un hombre mayor que navega en torno a las siete décadas, nos narra sus relaciones familiares desde muy pequeño. Vamos recorriendo el camino de su vida capítulo a capítulo mientras que en su actualidad él viaja de vuelta a Colombia para resolver un asunto familiar que requiere de su presencia.
La autora nos presenta los recuerdos vívidos de Zadik, pseudónimo con el que se presenta Juan Francisco en su faceta de artista. Sus recuerdos son detonados a veces por una situación, pero otras con recursos muy interesantes como fragmentos de un texto, la imagen que pintó el artista o una llamada por teléfono de la que solo sabemos lo que dice un interlocutor. Junto a Juan Francisco está su familia, el entrañable Pablo, el despreciable Luciano y la comprensiva Annette.
María del Mar Ramón nos permite observar un panorama igual de conmovedor que confuso para quienes leemos su novela, pronto estaremos preguntándonos si lo que Juan Francisco cuenta es real, o si su memoria ha torcido los acontecimientos para que se ajusten a la imagen que construye de si mismo. Y es que ¿no es acaso lo que hacemos todos lo seres humanos para poder vivir con más calma con nuestra conciencia?
Cuando se narra desde los afectos quienes leemos tenemos una responsabilidad profunda, permitirnos afectar por esos afectos y querer con intensidad a quienes son narrados: así son Pablo y Lisa. Sin embargo, también en nuestra memoria se hacen grandes los monstruos que eran humanos y mundanos, el padre de Juan Francisco y Luciano son presentados así desde las primeras páginas. ¿Cómo nos permitirá la obra de María del Mar Ramón construir una memoria colectiva de sus personajes? Eso lo descubriremos como lectores hacia el desenlace de la obra.
Me acerco hacia el final de este texto con una curiosidad para quienes han leído también mi trabajo. Me sorprendí profundamente de que el personaje principal tuviera un apodo que empieza con la letra Z y termina con la letra K. Hacia la mitad del libro se revela las razones del personaje de nombrarse así, y curiosamente, guarda una proximidad tremenda con las razones a las que me hicieron nombrarme como Zetaka ¿será alguna señal literaria?
María del Mar Ramón, escritora feminista, se aventura en un mundo que no ha sido explorado por las voces de mujeres que se están haciendo un espacio relevante en la narrativa latinoamericana: nos narra a hombres mayores que nunca podrán comprender lo que ella vive y se asoma por una ventana que urge seguir narrando, la de la memoria y cómo podríamos empezar a dejarla construirse colectivamente antes de que sea demasiado tarde.
@RuloZetaka
Edición: Fernando Sierra