Opinión
Ornela De Gasperin Quintero
08/10/2025 | Mérida, Yucatán
Al igual que las 29 Conferencias de las Partes (COP) celebradas, que han fracasado en frenar la crisis climática, las negociaciones internacionales para reducir la producción de plástico, también se han frustrado en su intento, debido a las presiones ejercidas por intereses económicos de un sector industrial y de la microélite que sostienen al capitalismo.
La evidencia del fracaso de las COP es que se ha contaminado más en los últimos 30 años, desde que se comenzó a tomar acuerdos internacionales y a celebrar COP, que en toda la historia humana previa. En la COP29 hubo más de mil 770 representantes de la industria de los combustibles fósiles, la industria que se quiere eliminar en estas conferencias, mucho más que mil 33 representantes de las 10 naciones más vulnerables al cambio climático. En la COP28 hubo más de 2 mil 400 representantes de la industria de los combustibles fósiles.
Lo mismo sucede con el plástico
La mayor parte del plástico es una porquería. Casi todo el plástico (98 por ciento) viene de fuentes fósiles, principalmente de petróleo y de gas metano (gas ‘natural’), y la mitad del plástico producido se desecha pronto después de su uso. La producción y movimiento de plástico por todo el mundo genera cerca del 3 por ciento de las emisiones globales de gases con efecto invernadero, o alrededor de 1.8 mil millones de toneladas de emisiones. La producción de plástico ha aumentado muchísimo en los últimos 70 años; en 1950, se producían dos millones de toneladas en todo el mundo; ahora se producen más de 450 millones. Del total de producción de plástico en la historia, un informe de la revista Nature revela que solo 9 por ciento ha sido reciclado, 12 por ciento se ha incinerado y la cantidad restante ha terminado en vertederos o en los océanos. Para el año 2060, se espera que la producción de plástico llegue a la friolera de más de 1800 millones de toneladas, con su brutal correlato en contaminación. Un informe del Instituto Tecnológico de Massachusetts, da cuenta que en los últimos años Coca-Cola ha producido 3 millones de toneladas de envases plásticos, equivalente a 200 mil botellas por minuto. Dado que al plástico le toma hasta mil años en descomponerse, la cantidad acumulada en el planeta es de cerca de 9.5 mil millones de toneladas.
En respuesta a la evidente problemática global que origina la producción de plástico, en 2022 los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas determinaron, mediante un acuerdo internacional y vinculante, reducir la creciente contaminación por plásticos. En agosto de 2025, se dio la sexta y última ronda de negociaciones en Ginebra, y no se logró llegar a un acuerdo para limitar el crecimiento exponencial de la producción de plástico y establecer controles globales y legalmente vinculantes relacionados con el uso de productos químicos tóxicos utilizados para fabricar plásticos.
¿Por qué han fracasado estos acuerdos?
En gran parte, por lo que han fracasado las COP; porque los lobistas de la industria del plástico han tenido asientos en las mesas de diálogos, y han logrado que no se tomen acuerdos en estas reuniones.
Hubo más de 200 lobistas de la industria del plástico, número mayor que delegados de las 27 naciones de la Unión Europea.
Hasta ahora, la industria del plástico ha logrado desviar la atención de lo que realmente importa: reducir la producción. Se enfoca mucho, solo en un efecto dañino: los residuos y su manejo, pero no reconoce que todo el ciclo del plástico es un problema. La mitad acaba en la basura, 17 por ciento se quema y 22 por ciento, eventualmente, se convierte en basura.
Los problemas que causa el plástico a la salud humana y a la planetaria, no comienzan solo con el manejo de los desechos. El plástico es uno de los principales causantes de la catástrofe medioambiental y constituye un riesgo para la salud humana durante todo su ciclo de vida, desde la extracción del petróleo y gas que se usa para su producción, hasta su disposición final.
Desde los años 70 se ha asociado a los plásticos con múltiples efectos adversos en la salud, como nacimientos prematuros, asma, leucemia, efectos principalmente presentes en comunidades vulnerables que viven cercanas a sitios de fracking y de fábricas de producción de plástico. Hoy en día, se estima que los costos económicos del plástico relacionados con daños a la salud rondan los 1,5 billones de dólares: cifra mayor al Producto Interno Bruto de, al menos, 180 países.
¡No hay justicia climática sin justicia social!
Edición: Fernando Sierra