Opinión
La Jornada Maya
12/10/2025 | Mérida, Yucatán
Samuel Jouault
De las palabras de sus actores, “el turismo comunitario es un tipo de turismo de la misma comunidad, somos gente que vivimos en los mismos destinos y como dueños de los mismos destinos somos en parte vigilantes y cuidamos el entorno donde están nuestros proyectos […]. Es un tipo de turismo muy auténtico, que viene enraizado en cultura, en cuidado de la naturaleza, conservación y mucha sustentabilidad”.
Las luchas por visibilizar el turismo comunitario, instaurar “nuevas” prácticas y formas de organización en torno a la actividad turística, es una realidad que se expresa en Yucatán desde la conformación de la Alianza Peninsular Para el Turismo Comunitario (APTC) en 2016 -al respecto puede revisarse el libro Cuando uno somos varios. Rostros y voces del turismo comunitario en la Península de Yucatán-.
Durante este proceso, las cooperativas turísticas se han enfrentado a diversos retos; uno de los más grandes fue la pandemia por Covid-19, la cual enfrentaron con acciones colectivas gestadas, aprendidas y desarrolladas a propósito de su conformación y articulación en la APTC. “Cuando Uno… somos Varios” son las palabras de Don Sixto, uno de los primeros custodios de la zona arqueológica de Chichen Itzá, quien, junto con su familia, emprendieron la construcción en Kaua de Pujulá Aldea Maya como un espacio para difundir y conservar la cultura maya. Ante la imposibilidad de conseguir a una persona que supiera aplicar las técnicas tradicionales mayas para construir una palapa, la cooperativa se percató de la necesidad de rescatar muchas de las tradiciones de su comunidad que estaban en peligro de desaparecer, por lo que decidió crear este proyecto. Es uno de los tantos testimonios que permiten apuntalar con bases sólidas e inspirar a más comunidades para formar este “Uno” propuesto por Don Sixto.
A nivel nacional se ha presentado una coyuntura que implica reconocer este “Cuando Uno… somos Varios”: el Programa Nacional de Turismo Comunitario. Éste, fue dado a conocer el 14 de agosto de 2025 durante La Mañanera del Pueblo por la titular de la Sectur, Josefina Rodríguez Zamora, en conjunto con el titular de Fonatur, Sebastián Ramírez Mendoza.
El objetivo es que comunidades indígenas, rurales, afrodescendientes, ejidales, pesqueras, campesinas y artesanales, gestionen de forma directa su oferta turística, con un enfoque en desarrollo social, justicia, inclusión, protección del patrimonio biocultural y calidad en servicios. Desde el principio del actual sexenio se viene preparando este programa nacional, pero desde el anterior, la Sectur había manejado el termino de “Turismo Comunitario”, después de encuentros con representantes de la APTC. Ya fuese una causalidad o casualidad, el nuevo Programa Nacional de Turismo Comunitario debe reconocer el camino recorrido por la APTC. Si se asume que la gobernanza implica una nueva forma de gobierno, esta debe involucrar por lo menos dos elementos: un estado que reconozca y una ciudadanía activa (O’Donnell, 2010). La segunda ya existe; esperemos que se suscite la primera.
Este programa prometedor y ambicioso debe de considerar importantes puntos para alcanzar sus objetivos y contribuir a una “nueva” relación entre Estado y sociedad, y así aspirar a un bienestar compartido, viendo al turismo comunitario como una verdadera forma de justicia social y desarrollo del medio rural garantizando a la vez un turismo comunitario de proximidad, social y popular.
Proponemos cinco puntos al minimo como forma de contribución y retroalimentación a este esfuerzo notorio de politica pública: 1) Tener cuidado a la real inclusión de la base social en la planeación de este programa implementando foros de diálogo y mesas de trabajo con organizaciones sociales para retroalimentar el programa, sus metas y acciones estratégicas. 2) Evitar los planes hechos desde el escritorio recordando los antecedentes del Programa de Turismo Alternativo en Zonas Indigenas (PTAZI) creado por la CDI en 2007. 3) Incluir el fortalecimiento de la gobernanza de las organizaciones comunitarias, apuntando a la creación de redes colaborativas entre los prestadores de servicios turísticos comunitarios. No sólo pensar en inversión en infraestructura y carecer de una visión integral que incluya capacitación, promoción y sostenibilidad. 4) Incluir el sector académico en la planeación y programación de acciones. La convocatoria de proyectos de investigación científica y humanística en ejes estratégicos publicada el 26 de marzo de 2025 ilustra lo que pueden aportar los grupos de investigación y colectivos académico-comunitarios a este programa nacional. 5) Fomentar la inclusión de juventudes y mujeres en las acciones del programa.
Edición: Fernando Sierra