Opinión
Julio Hernández López
04/12/2025 | Ciudad de México
FGR con máximo poder
Tal relación política puede tener cuando menos dos vertientes: un extraordinario apoyo para un cambio estructural verdadero en la maltrecha procuraduría-fiscalía, cuyo último operador fallido fue Alejandro Gertz Manero, o una continuidad de las prácticas facciosas que largamente han dominado tales ámbitos de procuración de justicia.
La primera vertiente podría fundarse en la dicha máxima voluntad actuante (Palacio Nacional) y en la muy publicitada alianza que la fiscala podría sostener con el jefe policiaco, García Harfuch, y el presidente de la Corte, Hugo Aguilar. Ya hay primeros pasos en ese sentido, visibles con la instalación en cargos de la FGR de personajes relacionados con el secretario federal de seguridad.
Pero también puede suceder que el poder acumulado sirva para contener acciones judiciales contrarias al interés de la corriente políticamente dominante, en particular en la protección de personajes y temas críticos para el proceso 4T. Fallar o mediatizar, en aras de proyectos grupales, significaría una traición a los propósitos de regeneración nacional, sobre todo si se toma en cuenta el gran capital operativo institucional que el guinda ha logrado.
Dos anuncios hizo ayer la presidenta Sheinbaum: un aumento importante al
salario mínimo y un “acuerdo” para dar paso dosificado, año tras año, a la
jornada laboral de 40 horas, con un calendario que terminaría en el mismo 2030 en que concluirá el periodo constitucional de la presidenta.
Empresarios y Plan México
Los anuncios, que a juicio de opositores a la 4T tendrían un tufo populista y podrían generar descomposturas económicas, se produjeron el mismo día en que sesionó el Consejo para la Promoción de Inversiones vinculadas al Plan México. Llama la atención la específica dedicatoria al neoliberalísimo Plan México. También, la ausencia en esa lista de uno de los hombres más ricos del país, Ricardo Salinas Pliego, quien está emplazado a pagar adeudos fiscales largamente litigados, a la vez que libra una guerra política, mediática y con objetivos electorales contra el proceso 4T.
Al estilo de Groucho Marx (su famosa frase: “nunca pertenecería a un club que admitiera como miembro a alguien como yo”), el presidente de lo que queda del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, ha tratado de simular que ya había renunciado a la Internacional Socialista (un club de partidos “progresistas” o algo parecido), luego de informarse que el partido varias veces hegemónico de México había quedado fuera de sus filas.
Durante los gobiernos priístas era usual presentar en el exterior una cara “progresista”, aunque al interior del país fueran diferentes. Políticos mexicanos sin verdadero compromiso de izquierda o progresista burocratizaron su representación en la citada Internacional.
Groucho, Alito y PRI
Con el autodenominado Alito, las cosas llegaron a extremos de decadencia caricatural y simplemente han botado al PRI para hacerle campo a Morena, es decir, algo así como el sustituto modernizado del partido tricolor. En un comunicado, el partido antes considerado “aplanadora” electoral dice que previamente había renunciado a la Internacional, pero en el texto, lleno de señalamientos duros contra la dirigencia de Pedro Sánchez, sólo dice que “se reserva el derecho de no participar”, en tanto el mandatario español “se mantenga en la presidencia”. Otra frase de irónica cortesía falsa, atribuida como epitafio al mismo Groucho Marx, podría quedar adecuadamente a Alito y al PRI: “perdonen que no me levante”, dicho esto desde la tumba.
Y, mientras Trump anuncia su intención de prescindir del tratado norteamericano de comercio y negociar otro tipo de acuerdos con México y Canadá, ¡hasta mañana!
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Edición: Ana Ordaz