Miriam Duch
Ilustración: Ernesto Medina
La Jornada Maya
Viernes 21 de octubre, 2016
Juan José Arreola, en [i]El prodigioso miligramo[/i], habla de una hormiga que carga un tesoro. “Después de un larguísimo rodeo, hecho con alegre propósito, se unió al hilo de sus compañeras que regresaban, al caer la tarde, con la carga solicitada ese día: pequeños fragmentos de hojas de lechuga cuidadosamente recortados”.
Es amplísima la utilidad que se puede obtener de la lechuga. Se le aprecia como eficaz auxiliar en el tratamiento del insomnio. En apoyo de esta aseveración cito el siguiente dato: El escritor y diplomático español Juan Valera, académico de la lengua (1861), confiaba en los efectos sedantes de la lechuga. La comía, cada vez que se le presentaba la ocasión, para dormir a pierna suelta y aliviar la tensión nerviosa (ahora esto último se conoce como estrés).
La lechuga, planta herbácea de la familia de las compuestas, es rica en vitaminas A y C. El 95 por ciento de su composición es agua y tiene sólo 17 calorías en cada 100 gramos. Las variedades que se consumen más en México son romanita, orejona y rizada. Es un ingrediente indispensable en las tortas de telera y va de adorno –muy agradable al paladar– encima de enchiladas, tostadas y muchos otros antojitos.
La ensalada César (a base de orejona, tocino, ajo y salsa de queso roquefort, servida con crotones) es un plato muy conocido de la cocina internacional. Hay muchas versiones de la receta básica, creada en nuestro país por Cardini, famoso restaurantero de origen italiano.
Entre las ensaladas que constituyen el plato principal, la Nicoise destaca por la variedad de sus ingredientes: lechuga fresca, ejotes cocidos, cebolletas y jitomates picados finamente, papas cocidas y peladas (en rebanadas gruesas), atún, huevos duros, filetes de anchoa, aceitunas negras, alcaparras, perejil y vinagreta.
Habitualmente comida cruda, como entrada o guarnición, la lechuga también puede servirse gratinada al horno (con mantequilla y queso rallado) o en cremosa sopa caliente. La receta es muy fácil: rehogar en mantequilla tiritas de cebolla y lechuga, bañar con caldo de pollo, dejar a fuego lento unos 10 minutos, apartar de la estufa, salpimentar al gusto, licuar con un poco de crema o leche. El menú puede complementarse con peculiar agua fresca, a modo de ponche frío, que se ha de servir con hielo en vasos largos: a una limonada natural, con una pizca de sal y azúcar al gusto, agregarle trocitos de pepino y lechuga rallada.
Para concluir, recurro a Paco Ignacio Taibo I. En el libro [i]Comiendo con Reyes[/i] (tercera parte: "Ensayos gozosos"), cita la receta de una ensalada “divertidamente poetizada” por Alfonso Reyes: Lechuga, tomate, escarola, / cebolla honesta y ajo vil. / De generoso aceite una ola / y náufragos de perejil…
Mérida, Yucatán
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