Mercados eléctrico y de gas natural: tendencias mal entendidas

Rodrigo Patiño*
Foto: Afp
La Jornada Maya

Jueves 29 de noviembre, 2018

Según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), en 2017 se alcanzó un nuevo récord histórico en la producción mundial de gas natural, la cual ha venido aumentando de manera sostenida en las últimas décadas. Más de la mitad de esta producción está concentrada en cinco países: Estados Unidos, Rusia, Irán, Canadá y Qatar. El gas natural se emplea en la industria química y petrolera, pero recientemente se le utiliza de manera más amplia como energético. De los tres grandes grupos de combustible fósiles, el gas natural es el que tiene una menor emisión de contaminantes, incluyendo gases de efecto invernadero, por lo que cada vez se le utiliza en México con mayor preferencia sobre el carbón mineral y sobre el petróleo crudo y sus derivados. En algunas ciudades es posible ver, por ejemplo, surtidoras de gas para vehículos con motores modificados, o gasoductos para surtir en domicilios o negocios, en sustitución del tradicional gas LP utilizado para estufas, calentadores de agua, etc. No obstante, este combustible representa aún porcentajes menores en el transporte (menos del 1 por ciento) o en el sector residencial (8.2 por ciento), según la Secretaría de Energía (Prospectiva de Gas Natural 2017-2031).

El principal uso del gas natural es para la producción de electricidad, con un gran impulso en los últimos años, representando actualmente alrededor del 70 por ciento de los combustibles fósiles utilizados en el sector. La industria igualmente prefiere el uso del gas natural en sus propias plantas de generación eléctrica. Esta tendencia obedece al compromiso de México de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, particularmente dióxido de carbono, dentro de las metas para la generación de electricidad que se establecen en la Ley de Transición Energética (2015). En efecto, las plantas generadoras de electricidad que utilizan gas natural en ciclo combinado, son consideradas como “limpias”, junto con la generación de electricidad con energías renovables. Esta etiqueta de “energías limpias” tergiversa completamente el sentido del uso de un combustible fósil, el gas natural, por más que las plantas de ciclo combinado sean más eficientes y contaminen menos que las de combustóleo y las de carbón mineral. Adicionalmente, la regulación de los precios del gas natural lo hace el combustible fósil más económico para la producción de electricidad, por lo que actualmente este sector ocupa más de la mitad del gas natural que se usa en nuestro país.

Ciertamente, es mejor contaminar menos. Cualquier persona con sentido común preferiría usar el combustible no sólo más barato sino también el menos contaminante… si lo tuviera a la mano. Históricamente, México había sido un productor con autoabastecimiento de gas natural. Sin embargo, el incremento de la demanda y la baja en las reservas de los últimos años, ha propiciado una importación neta del energético en las últimas dos décadas, con un incremento importante en los últimos años. La mayor parte del gas natural que importa México es suministrada a través de gasoductos que vienen desde la frontera con Estados Unidos y utilizada a lo largo de su paso por los ductos nacionales. La península de Yucatán, al estar en un extremo de esta red de gasoductos, evidentemente recibe sólo de manera ocasional algunos remanentes de este suministro, por lo que las plantas generadoras de electricidad en Yucatán, aún siendo privadas y teniendo tecnología de ciclo combinado, en la práctica no alcanzan a operar con gas natural, lo que encarece las tarifas eléctricas en la región.

[b]“Juego limpio”[/b]

¿Sería prudente que se incrementara la importación de gas natural para seguir con este “juego limpio” de reducir emisiones de dióxido de carbono? No, por varias razones. Primero, no se ha cuidado una reducción en el consumo energético ni un aumento en la eficiencia de su uso; este hecho, de por sí, disminuiría directamente las emisiones por el aminoramiento en la demanda de combustibles; segundo, se disminuye la soberanía energética nacional; tercero, se descuida el impulso al uso de fuentes renovables de energía, como la biomasa, la radiación solar y el viento; cuarto, al importar gas natural de otro origen distinto al de los gasoductos norteamericanos, se debe transportar este combustible por mar, lo que al final de cuentas disminuye el atractivo de la energía “limpia”, pues el transporte implica el uso de un combustible fósil para su movilidad.

Recientemente, el gobernador de Yucatán exploraba en Corea del Sur el comercio de gas natural para disminuir las tarifas eléctricas en la región. Sorprende el saber que Corea es, como México, un importador neto de gas natural, aunque la producción del país asiático es significativamente menor a la de nuestro país. De hecho, según cifras de la IEA, con respecto a nuestro país, Corea importa una cantidad mayor de este combustible, así que es difícil imaginar de dónde saldría esta mercancía, sin mencionar su transporte marítimo por más de 10 mil kilómetros de mares. Además, tampoco es fácil ver que una figura pública local deba buscar las materias primas para el sector eléctrico privado, cuando el tema de energía es incluso un atributo del gobierno federal.

*Investigador titular del Cinvestav – Unidad Mérida y miembro de la Articulación Yucatán

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