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René Ramírez Benítez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 28 de septiembre, 2018

La vida política yucateca está viviendo una transición que, si bien es apresurado afirmar o negar la profundidad de la misma, es innegable su existencia. El punto fundamental de esto no será el cambio de personajes o partidos en el poder, sino la modificación sustancial de los usos y costumbres políticos del nuevo grupo en el poder. Es en ese punto donde recae el éxito, no sólo de la transición, sino del nuevo proyecto político.

El resultado de las elecciones es parte de una exigencia social de cambio, y es por ello que debe verse reflejado dicho movimiento. En palabras de uno de los mayores intelectuales de esta época, Noam Chomsky, “si no desarrollas una cultura democrática constante y viva, capaz de implicar a los candidatos, ellos no van a hacer las cosas por las que los votaste. Apretar un botón y luego marcharse a casita no va a cambiar las cosas”, por ello es imperativo entender que, durante este proceso de transición, se deben establecer de manera necesaria nuevas dinámicas políticas para solidificar efectivamente un cambio en el modelo actual.

Sobre este tema de la transición y el transitar a un nuevo aspecto político e inevitablemente jurídico, me gustaría señalar un tema de la mayor relevancia social e institucional: la corrupción. Es la corrupción y el posicionamiento político en torno a ella, lo que incluso definió los recientes comicios y el panorama público actual. En el aspecto local, al igual que el proceso de alternancia y transición, así como la colocación de un nuevo proyecto, va a la par la consolidación de nuevas instituciones y mecanismos para combatir la corrupción, generar mejores métodos de rendición de cuentas y lineamientos claros en materia de transparencia.

En Yucatán estamos empezando a vislumbrar y consolidar el Sistema Estatal Anticorrupción (SEA), que más allá de ser una “mera burocracia” como mencionan sus críticos, es un mecanismo innovador y necesario para modificar las formas punitivas y administrativas para castigar, prevenir y denunciar actos como faltas administrativas y delitos como el desvío de recursos, peculado, entre otros. Sin embargo, y con motivo de este proceso de transición, el nuevo gobierno en Yucatán debe entender los retos de la implementación de este Sistema Estatal Anticorrupción, entender la autonomía de ciertas instituciones como la Auditoría Superior del Estado, el cual es sujeto obligado y fundamental en dicho Sistema.

La nueva administración debe tener la voluntad política suficiente para poner en marcha el SEA, que debe contar el presupuesto suficiente y con la autonomía necesaria para poder tomar acciones e instar a las instituciones involucradas en el accionar ante hechos de corrupción. Uno de los aspectos fundamentales de la nueva administración es el estar actualizado con las nuevas modificaciones jurídicas y tener un organigrama que atienda a dichas necesidades. Para quienes lean este texto, en palabras de Octavio Paz, “el amor es intensidad, y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos”.

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