Rafael Patrón Sarti
Foto: Universidad de Mérida Periódico
La Jornada Maya
Jueves 20 de septiembre, 2018
Una de las historias más olvidadas del pasado de la sociedad yucateca es la del Colegio y Universidad de Mérida, que educó a los jóvenes por siglo y medio, desde 1618 hasta 1767. La fundación de esta institución educativa, a cargo de la Compañía de Jesús, cumple este año cuatro siglos y fue el primer colegio para seglares que tuvo la gobernación. Fue un logro inmenso de la sociedad yucateca que luchó por décadas para su apertura que no fue fácil en esos tiempos. A más de considerables recursos económicos, se requería permiso del rey y traer maestros capacitados de otras latitudes.
El permiso real fue otorgado en 1611, autorizando el establecimiento del Colegio de Mérida con tres facultades de enseñanza: gramática, artes y teología. En la gramática se enseñaba el latín por tres años, junto con el estudio de autores clásicos y la retórica. Las artes liberales comprendían cursos de matemáticas, geometría, astronomía, música y de filosofía, principalmente aristotélica. La teología estaba dividida en moral y escolástica. Para que un estudiante recibiera un grado, por ejemplo de Bachiller en Teología, tenía que cursar en las escuelas por nueve años, y otros más si quería llegar a tener el doctorado en la materia. Los grados se pudieron otorgar gracias a que la Corona española y el Papa concedieron sus respectivos permisos para que se inaugurara la Universidad de Mérida en 1624.
Fue la segunda universidad en fundarse en nuestro actual país, después de la universidad en la Ciudad de México, erigida por cédula real en 1551. En las universidades de ese tiempo sólo se podían otorgar grados en cuatro facultades: artes (también llamada filosofía), teología, derecho y medicina, y formaban jóvenes principalmente para la administración civil y eclesiástica. Mérida, a más de las dos primeras facultades, llegó a abrir la de derecho, graduándose los primeros juristas en la segunda mitad del siglo XVIII; sin embargo, unos años después del establecimiento de esta facultad, el rey Carlos III decretó en 1767 la expulsión de los regulares jesuitas de sus territorios en Europa y ultramar. Los maestros jesuitas fueron aprehendidos y encerrados en el aula General, para posteriormente ser enviados al exilio en Italia. Algunos jesuitas desterrados fueron Francisco Javier Alegre, quien enseñó derecho canónico en la Universidad de Mérida, y Francisco Xavier Clavijero, quien aunque no estuvo en esta ciudad, fue coetáneo y coterráneo de Alegre. El jesuita hizo una de las más férreas defensas de nuestra cultura indígena.
Como dato curioso, aún subsiste el sello de este rey, verdugo de los jesuitas, sobre la fachada principal de la iglesia de la universidad, ahora El Jesús. En el tiempo de la expulsión, se le titulaba “Real y Pontificia Universidad de Mérida”, por los apoyos reales y papales para su erección y funcionamiento, por lo que no es extraño que el sello real estuviera presente en los edificios. Cuenta su pasado colonial.
En la figura pongo a disposición del lector una aproximación virtual arquitectónica que realicé en 2014 del Colegio y Universidad de Mérida en el siglo XVIII, que estuvo ubicada en la calle 60 x 59 y 57 del Centro Histórico. La iglesia de la universidad que hoy conocemos como El Jesús fue en ese tiempo donde se otorgaban los grados mayores de maestro y doctor. Quedan también los edificios de la hoy Pinacoteca y el aula General, que fue utilizada como sede del Congreso del Estado en los siglos XIX y XX.
A sus 400 años de inicio, sirva este artículo para hacerle, por lo menos, una exigua revisita a su pasado.
[i]Mérida, Yucatán[/i]
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