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Julio Moure
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Miércoles 5 de septiembre, 2018

"La escuela es un lugar para aprender a ser mejores"

Esto suena un poco moralista, pero no lo es. Ser mejor es un concepto un poco vago, pero significa una dinámica de superación, de coherencia. Ser mejor es querer vivir más plenamente. Es sustituir el miedo por el convencimiento. Es el amor a la verdad y la justicia. Es saber respetar a los pequeños y a los grandes. Es tener conciencia de la propia dignidad y la de los demás.

Aprender a ser mejor no se impone desde afuera. Sólo viviendo en un ambiente de superación se suscitan estas actitudes. Esto supone por parte de los educadores esa misma actitud.

"El deseo de mejorar, de superarse, es un punto clave en cualquier proceso educativo. Y este deseo de mejorar puede llegar a compartirse". Una conocida frase de R. Tagore es muy orientadora en la tarea educativa: “gracias al cielo, la puertas del corazón y de la conciencia sólo se abren por dentro”. Los valores no entran por la fuera, entran a través de la libertad compartida y transmitida con respeto.

Si en el ambiente escolar no se vive este ambiente de superación, de esfuerzo personal por mejorar, la escuela no dará su aporte a la lucha contra la marginación en que vive gran parte del pueblo de México.

¿Y para qué valen los conocimientos que poco se llevan a la práctica, y los años pasados en la escuela que apenas influyen en las actitudes y en la vida?

[b]Aprender a convivir[/b]

Aprender a convivir es aprender a ser ciudadanos, a vivir con los demás como su igual, esto es, a vivir en democracia. La actitud del provecho propio, de subir a cuesta de los demás, de aprovecharse de los más débiles para medrar, de tener el poder como un privilegio, es frecuentemente la actitud predominante en nuestra sociedad. Aprender la solidaridad, desde los niveles más pequeños de la vida hasta los aspectos de la solidaridad internacional, es preparar los ciudadanos del futuro. Solidaridad que se manifiesta en las pequeñas tareas de la vida diaria, limpiando el salón, guardando silencio para no interrumpir el trabajo de otros o participando en un equipo deportivo.

Aprender a convivir, a vivir en democracia no es tarea fácil cuando la democracia no predomina en el ambiente social, en determinados casos. Es aquí donde la escuela puede ser un elemento innovador, formando al hombre y mujer democráticos, que tengan la convicción de que, por calidad humana, deben participar en los asuntos de la comunidad y en la búsqueda de respuestas a los problemas.

[b]Respetar la naturaleza[/b]

A veces se piensa que la ecología es un lujo para países ricos o muy industrializados. En muchos países se cometen errores en el desarrollo, que costará generaciones el volver a recomponer, si es que alguna vez se va a conseguir.

Respetar la naturaleza es tener amor al campo, de donde es originaria la mayor parte del pueblo mexicano. Aprender para mejorar la vida del campo, para que las comunidades tengan los servicios básicos, para mejorar la producción, buscando nuevas formas que valoricen el mejor recurso de que dispone un pueblo, su tierra.

Finalmente, respetar la naturaleza es luchar contra el consumismo, que se cuela en todos nosotros hasta por la piel. El consumismo confunde el ser con el tener. Es la mentalidad del derroche, cuando la mayoría no tiene lo elemental.

Respetar la naturaleza es saber utilizar los bienes materiales con racionalidad, respetando lo colectivo, cuidando los recursos. Usando los bienes necesarios, evitando lo superfluo. La austeridad es una virtud, pero también una necesidad de sobrevivencia como pueblo y como especie.

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