Foto: Rolf Lawrenz

Especie: Hemidactylus frenatus

Hábitat: Zonas tropicales, selváticas y boscosas

Dieta: Hojas e insectos

Tamaño: 15 centímetros 

Longevidad: Cinco años.

El gecko casero común (Hemidactylus frenatus) es una especie que ya se volvió una compañía habitual de los hogares en gran parte de México, en especial en la península de Yucatán, donde se les dice coloquialmente “iguanitos”. Hemidactylus frenatus es una especie de Estados Unidos, pero ya está ampliamente distribuida en varias regiones de América.

Cristóbal Carrión, director del Planetario Sayab de Playa del Carmen, explicó que estos animalitos que conocemos como los geckos, son especies que están ampliamente distribuidas en muchas partes del planeta, principalmente en zonas tropicales, selváticas y boscosas.

Comentó que este animal pertenece a la familia Gekkonidae, de la que también es parte Hemidactylus mabouia, que se clasifica como invasora en Sudamérica, las islas del Caribe, Perú, Portugal, Estados Unidos y en México se ha encontrado en varios estados.

 

Foto: Christopher

 

Sostuvo que muchas de estas especies naturalmente viven de forma arborícola, de manera que se les ve trepados en los árboles y en las ramas, donde comen insectos. Debido a que los seres humanos hemos invadido parte de su hábitat ellos también ya prácticamente se han adueñado de las paredes y techos de las casas.

“Llegan invadiendo las casas por la razón de que también nosotros invadimos sus áreas naturales. Prácticamente, estos animalitos sirven como control de plagas, porque se comen a insectos como los mosquitos, a las crías de escorpiones que hay en muchas casas, se comen a las polillas y las cucarachas, se comen los pequeños, incluyendo también los zancudos”, acotó.

 

Foto: CheongWeei Gan

 

Añadió que inclusive es mucho mejor tener estos animalitos en casa que no tenerlos, a pesar de que hacen ruido, conocido como “besitos” o también dejan sus heces pegadas a la pared o techos. Indicó que a veces es normal verlos cruzar corriendo ya sea en busca de insectos o porque son atraídos por las luces de los techos.

A veces estos diminutos animales son objetos de repulsión y se les asignan creencias falsas, como que transmiten enfermedades o que son agresivos y por eso muchas veces son eliminados.

“No son agresivos, son incluso benéficos para el ser humano, son sorprendentes porque en sus patitas tienen unas estructuras que les permiten mantenerse pegados en las paredes, y trepar a los árboles y rocas en la naturaleza”, apuntó.

 

Foto: Oscar Dove

 

Señaló que aunque pareciera extraño también hay muchas personas que los adoptan como mascotas, y en ese sentido es bueno únicamente cuando son nacidos en cautiverio, sino no sería recomendable porque cambian sus hábitos alimenticios, de caza, por lo que no es bueno agarrarlo en vida silvestre y llevarlos a casa.

El director del Planetario Sayab de Playa del Carmen informó que esta especie no crece más de 15 centímetros y vive cinco años cuando mucho. Sobre su reproducción, las hembras depositan como máximo dos huevecillos y además pueden guardar esperma viable hasta por ocho meses, con el cual pueden desarrollar huevos fértiles varias veces al año.

 

Foto: Redbird Wu

 

Este animalito tiene los ojos cubiertos por una película transparente, las pupilas son elípticamente verticales y tienen bordes aserrados. La cabeza, barbilla y cuerpo se encuentran cubiertas por escamas granulares entre las cuales se observan algunas escamas ligeramente aquilladas. Las escamas ventrales son lisas, imbricadas y mucho más grandes que las escamas dorsales granulares. La coloración en el dorso es de un gris pálido, canela o café con manchas más oscuras. 

Puede presentar una raya oscura a partir del ojo extendiéndose sobre el hombro hacia los flancos y a lo largo de la superficie lateral de la cola. La superficie ventral es de color crema o canelo pálido y no presenta patrones. Ambos sexos pueden vocalizar, aunque únicamente por individuos mayores a los 4.5 centímetros de longitud hocico-cloaca.

 

Foto: Reynante Martinez

 

Probablemente, se introdujo a México por primera vez en Acapulco, a través de cargamentos de barcos que venían desde las islas del Pacífico. Es posible encontrarlos en Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Colima, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán.

 

Como cada viernes, La Jornada Maya te invita a conocer la fauna endémica del sureste mexicano. Aquí te compartimos la colección que tenemos hasta el momento. ¡Disfrútala! 

 

Edición: Estefanía Cardeña


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