Si bien el coatí (Nasua Narica) no es una especie en peligro de extinción, sí están en riesgo por la destrucción constante de su hábitat y la confianza que llega a tener con los seres humanos, al vivir tan cerca de las zonas urbanas.
En Cancún es habitual ver a familias enteras de coatíes, sobre todo en lugares como el Ombligo Verde, el Parque Urbano Kabah y el recién nombrado en su honor, el Parque Coatí. La subespecie Nasua Narica Nelsoni es endémica de la isla de Cozumel y está catalogada como amenazada y bajo protección de la NOM 059-SEMARNAT- 2010.
El coatí (palabra de origen guaraní que significa “nariz alargada”) gusta de lugares húmedos, de allí que Quintana Roo sea uno de los estados en donde habitan. Son miembros de la misma familia que los mapaches y pueden llegar a medir hasta 80 centímetros, con patas cortas, pero fuertes garras para trepar árboles y conseguir alimento fácilmente.
Son omnívoros; comen desde frutas (su principal alimento) hasta insectos, huevecillos de aves, entre otros alimentos, por lo que fácilmente aceptan cualquier cosa que les ofrezcan los humanos; sin embargo, esta acción no es muy recomendable, porque los hace dependientes y eso puede ponerlos en peligro.
“Estoy asesorándome con una bióloga ambientalista que se llama Gisella Maldonado, ella es la que más me ha apoyado a tener mayor conciencia para que podamos comunicar qué está bien y qué no”, declaró Mar Andrea Aldana, fundadora del Parque Coatí y Clan Coatí. “Lo correcto no es alimentarlos, porque ellos empiezan a ver a los humanos como su proveedor de alimento, cuando incluso deberían tenernos miedo”.
Los coatíes, reiteró, son mamíferos que se adaptan muy fácilmente a los hábitats, viven en toda América Latina por su gran habilidad de adaptación, incluso en zonas urbanas, y comen todo, de allí que muchos vecinos los alimenten, lo que desafortunadamente ha provocados situaciones como la de hace seis años en Cancún: una persona les dio alimento envenenado y murió toda una manada.
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“Hoy se tienen varias manadas muy a la vista, gracias a esta forma de alimentarlos hay mucha confianza, son muy sociables, pero se vuelven dependientes. Poco a poco tenemos que dejar que regresen a su hábitat natural, que busquen su supervivencia”, explicó Mar Andrea Aldana.
Muchas manadas viven en todo Cancún, entre la ciudad y zona aledañas, lo que los pone en riesgo, sobre todo cuando cruzan vialidades, porque hay muchos atropellamientos; incluso han tenido que adaptarse a vivir entre la basura, como ocurría en la colonia Donceles.
La entrevistada recalcó que hace apenas unos meses decidió, junto con otros vecinos de la Donceles, limpiar el lote baldío ubicado entre los fraccionamientos Bahía Azul y Galaxia, sobre la calle Independencia, en donde los coatíes llevaban mucho tiempo viviendo entre basura.
“Hice un llamado a mi comunidad para recoger basura y dejarles un espacio limpio. Sacamos un camión lleno de todo tipo de desechos; llantas, refrigeradores, botellas de pet, vidrio y escombros de construcción que dejan en las noches camiones clandestinos”, puntualizó. “Este espacio verde tiene todo el potencial para ser un santuario porque está muy vivo y la flora es mangle rojo, botoncillo y mangle blanco, mucha fauna y entre los coatíes habitan cocodrilos, tlacoaches o garzas que estaban al olvido”.
El lugar ya recibió el apoyo de Servicios Públicos del municipio de Benito Juárez para darle más forma de parque, aunque siguen en la búsqueda de los dueños del predio. Por lo pronto, todos los vecinos colaboran para evitar que se pongan en riesgo a las especies que hoy habitan allí, entre ellas, los coatíes.
Como cada viernes, La Jornada Maya te invita a conocer la fauna endémica del sureste mexicano. Aquí te compartimos la colección que tenemos hasta el momento. ¡Disfrútala!
Edición: Ana Ordaz
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