La laguna y el cenote de Síijil Noh Há es ya un rinconcito turístico del destino Maya Ka’an al que llegan aquellos amantes de la naturaleza que buscan un espacio tranquilo y de contacto directo con la flora y la fauna, en donde además se está trabajando ya en los llamados bonos de carbono.
Síijil Noh Há forma parte del sistema lagunar Okom, ubicado en Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo y la laguna se ha integrado a un área de conservación voluntaria del ejido, lo que les permite cuidar todo el medio ambiente, con sistemas de energía solar y cuidado total del agua, por lo que incluso evalúan su calidad cada seis meses.
Es la tercera de siete lagunas que conforman el sistema, son mil 235 hectáreas de conservación voluntaria, un centro ecoturístico que colinda con la reserva de la biósfera Sian Ka’an y que es visitado principalmente por turistas europeos, aunque cada vez se suman más nacionales que buscan desconectarse del día a día, en medio de aventuras ecoturísticas.
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Kayaks, bicicletas, senderismo, nado y snorkel en la laguna y en los dos cenotes, uno con 26 metros de profundidad y el otro aún sin definir, son las principales actividades que se pueden realizar en un espacio que tiene además un servicio de hospedaje en cabañas y al manejar energía solar a la medianoche se apagan todas las luces, lo que les permite a los turistas disfrutar de una inigualable vista de estrellas e incluso de la vía láctea en los meses de noviembre y diciembre.
“Tenemos también venta de hamacas, servicio de comida, de bebidas, y un comentario que hizo un extranjero de hace muy pocas semanas es que es un sitio en donde buscan ellos alejarse del estrés”, relató Daniel Reyes, encargado del lugar.
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Son 250 familias las que manejan el espacio, con generación de empleo para los hijos de ejidatarios, guías externos y gente de la comunidad, con una afluencia menor a las 800 personas al mes, considerando que durante el mes de abril pasado, que fue temporada alta, reportaron cerca de 800 visitantes. Al lugar llegan turistas principalmente de Francia, España y otras partes de Europa, aunque también han llegado de Japón e India.
La reserva voluntaria fue decretada hace 11 años con la finalidad de conservar la zona, lo que requirió un proceso de concientización e incluso de aprender qué es una reserva, porque deben seguir un reglamento; no se permite talar, cazar, extraer, pescar, prender fogatas.
El sistema de ecotecnias que implementan les ha permitido avanzar hacia un proyecto para bonos de carbono, algo que han trabajado desde hace seis años, pero todavía están en proceso de consolidación de los bonos.
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